Noreña, Franco TORRE

«Siempre me ofendieron bastante esos carteles que había en ciertos bares, en los que se prohibía cantar. Por eso elegimos ese eslogan, "Prohibido cantar... desentonáu", que no tiene nada que ver con haber bebido unos culines antes». Así presentaba Chus Solís, de la Asociación Folklórico-Musical «Villa y Condado de Noreña», la tercera edición del Certamen de cantares en chigre de la Villa Condal, que se celebró anoche, con gran éxito, en ocho sidrerías de la localidad.

Porque los noreñenses, siempre tan cumplidores, se afanaron en demostrar que ellos no desentonaban, ya fuese con culines o sin ellos. Ya durante la presentación, que se celebró en la Casa de Cultura, el homenajeado Tino Fombona se esmeró en dejar bien alto el pabellón, sacando una vez más esa «voz de tergal» que lo hizo célebre por los escenarios de toda Asturias.

Después, en los bares que acogieron las rondas, los vecinos no tardaron en sumarse a las interpretaciones, pertrechados con los pequeños programas, con la letra de 34 canciones tradicionales, que habían repartido la Escuela de Música y Danza Tradicional de Noreña, organizadora del evento en colaboración con los propios bares y con el Ayuntamiento.

Ocho fueron las sidrerías que participaron en el evento: Villa Condal, La Cuadra, La Sala, Fermín, Casa Paco, El Güelu, La Tenería y Casa Manolo del Hotel Cristina. Y ocho también las «rondas» participantes, la mayoría pertrechadas con gaita, tambor y otros instrumentos: la Escuela de Música Tradicional de Noreña, el quinteto «Villa Condal», la asociación «Santa Apolonia de Pañeda», «Los Afayaizos» de Blimea, «La Hanna», «El Carmen» de Lada, «Amigos del Roble» y la coral «Sant'Ana».

La expectación generada por el certamen se dejaba notar ya antes de las 21.30, hora marcada para el inicio de las actuaciones. Las sidrerías estaban llenas a la hora a la que llegaron las rondas. En La Cuadra, para que «La Hanna» pudiese actuar, hubieron de hacerle hueco varios clientes, que se arremolinaron en torno a los miembros de la ronda para seguirles a través de piezas como «El mío Xuan» y «Tengo que subir al puertu». En El Güelu, la ronda se reservó un buen lugar junto a la puerta, lo que permitía escuchar bien a todo el local.

Pero lo que realmente daba vida a las actuaciones eran las colaboraciones de los clientes. «Déjame tomar unos culinos, pa calentar, y ahora me pongo a ello», comentaba un conocido vecino de Noreña, de prodigiosa voz, a la puerta de La Tenería, donde actuaban «Los Afayaizos». Dentro, la sidra corría a raudales y los clientes seguían a la ronda por los vericuetos de su repertorio. Y nadie desentonó.