Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

Los desprendimientos que siguen produciéndose en el monte candasín de San Antonio han obligado a la Empresa Municipal de Aguas de Gijón, que gestiona la estación de bombeo situada en el puerto de Candás, a colocar dos muros de hormigón de cuatro metros de alto para asegurar la integridad del emplazamiento. Se trata de dos muros de contención que tienen el cometido de impedir que la tierra que argaya desde el monte de San Antonio afecte a la instalación de bombeo. Y es que en las últimas semanas no ha dejado de haber desprendimientos en la zona, quedando claro que no afectan sólo a la ermita de San Antonio. La medida se toma de forma preventiva, según manifiestan desde la concejalía de Urbanismo.

Durante el mes de febrero fueron varias las toneladas de tierra que cayeron en las inmediaciones de la estación de bombeo. El Ayuntamiento procedió a retirar parte del material caído, despejando al menos el perímetro de la caseta de aguas, pero ante lo imprevisible de los desplazamientos de tierra en el cabo se tomó la decisión de colocar los muros de hormigón.

Los argayos en la cara sur del cabo de San Antonio no sólo han tenido lugar en febrero. De hecho, la primera de las alarmas por los desprendimientos tuvo lugar en esa vertiente en marzo de 2010. El Ayuntamiento de Carreño precintó entonces el mirador de los cañones de San Antonio al advertir riesgos de argayo en toda la ladera del monte que da al puerto de Candás. Eso provocó incluso que se retiraran del lugar los cañones del siglo XVIII que presidían el emplazamiento defensivo, y que volvieron a ser colocados semanas después, aunque más retrasados con respecto a la línea del acantilado.

La cercanía del mirador a la ladera del monte, totalmente perpendicular con la explanada del muelle, llevó entonces a los dirigentes municipales a precintar la zona. El Ayuntamiento optó por colocar los cañones en un emplazamiento muy cercano al que tuvieron durante la guerra contra Napoleón, y creó una atalaya en torno a ellos en el alto de San Antonio, en una de las principales y más frecuentadas zonas de esparcimiento de la villa.

Pero la situación se agravó el pasado mes de enero, cuando en la vertiente más nororiental del cabo los desprendimientos pusieron en peligro otro elemento de relevancia histórica en la villa: la capilla de San Antonio, cuya construcción está datada por los historiadores a comienzos del siglo XVII.

Además de en San Antonio, los problemas de argayos en toda la rasa candasina, que está formada por arenisca y pizarra, se extienden a otros dos promontorios: el de San Bernardo y el de San Sebastián. En el segundo los movimientos de tierra han obligado a precintar varias plazas de aparcamiento que daban servicio al paseo marítimo.