La Semana Santa tiene mucho de religioso y algo de pagano. Que se lo digan a los miles de jóvenes sevillanos que se concentraron para un macrobotellón mientras las hermandades intentaban procesionar bajo la lluvia. En realidad los que con más pasión viven la religiosidad inherente a estos días son los que más se han encomendado a los santos y posiblemente también los que más lo callan. Es el caso de los marineros de Candás. Son paisanos de esos de cerrar un trato para toda la vida con una mirada y un apretón de manos. Pero con esas mismas manos que parecen maromas preparan el altar para la virgen del Rosario en la cofradía y la velan durante toda la noche. Siempre me ha llamado la atención y me ha despertado admiración la manera en la que estos días desvelan una religiosidad que el resto del año viven sin alharacas ni muestras externas. En el fondo yo creo que son mucho más religiosos que otros de misa diaria. Así que va por ellos, esos que otros creen paganos, y que la costera les sea propicia.