Breceña (Villaviciosa),

Mariola MENÉNDEZ

El regreso del reloj de las escuelas de Breceña (Villaviciosa) a su torre originaria fue casi triunfal porque muchos de los vecinos, que anhelan que vuelva a funcionar cuanto antes, no quisieron perderse el momento. Aunque este fin de semana quedó instalado, aún se desconoce cuándo será la fecha de su estreno, ya que el relojero avilesino que se ha encargado de su puesta a punto, Juan Ramón Ruiz, todavía debe ajustar las pesas y sincronizar las campanas, entre otros retoques.

Esta máquina representa parte de la historia del pueblo. El que fuera hasta hace unos meses presidente de la asociación de vecinos y uno de los impulsores del proyecto, Luis Miguel Venta, explica: «Fue una promesa electoral cumplida de José María Rodríguez, diputado del partido reformista en la Junta del Principado». El político se comprometió, en las elecciones de 1914, a sufragarlo para la torre de las escuelas, que había sido financiada por los propios vecinos y algunos emigrantes. Este reloj aparece con un precio de 2.209 pesetas (13,27 euros) en un catálogo de 1910.

Actualmente sería casi imposible comprar uno similar por su construcción totalmente artesanal y costaría muchos miles de euros, asegura Ruiz. Ahora es casi una pieza de museo, pues estos relojes, la mayoría de las veces, acaban siendo sustituidos por otros más modernos, electrónicos, que necesitan menos y más barato mantenimiento.

La labor de restauración en el taller de este relojero avilesino fue larga y empezó en enero. Su coste: 21.000 euros. Y si laboriosa fue su rehabilitación (en la que se lograron mantener sus casi cuatrocientas piezas, sólo se han sustituido algunos tornillos) no lo fue menos su subida a la torre de las escuelas porque sólo el cuerpo principal pesa 150 kilos, a los que se suman los 200 de las pesas que mueven las campanas y los 80 de las del reloj. En total, 430. En el traslado colaboraron varios vecinos, que estaban expectantes por el resultado de la obra. Voluntarios para darle a la manivela que da cuerda al reloj no faltan.

Una de ellas es Ana Isabel Uría Camín y reconoce tener muchos deseos de escucharlo. Luis Miguel Venta advierte de que será necesario establecer un sistema para asegurar que se da cuerda al reloj todas las semanas y velar por su conservación.

José Ramón Álvarez, de Breceña, asegura que «todo el pueblo está esperando a que funcione» y Manuel Riera también admite sentirse «encantado». «El reloj es como un vecino más del pueblo y es una tradición de aquí», agrega Jesús Llera. Mientras, Miguel Pereda, de la localidad cercana de Pandu, recuerda que hace unos cuarenta años se orientaban por las campanas de la escuela de Breceña en sus tareas habituales: «Era por este reloj por el que te guiabas para atender el ganado».