Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

La reconstrucción de la capilla candasina de San Antonio, retirada del emplazamiento en el que fue levantada en el siglo XVII, en el cabo del mismo nombre, para evitar que los continuos argayos registrados en esa zona acabasen por provocar su ruina, no apremia a los candasinos, a tenor de las opiniones expresadas a LA NUEVA ESPAÑA por historiadores y representantes vecinales. Se confía en que las piedras del templo están bien custodiadas y lo único que se desea es que la capilla renacentista de Carreño sea reconstruida en un lugar apropiado, a salvo de posibles desprendimientos y en el que se integre en el paisaje del cabo candasín. Se prefiere, en fin, que las cosas se hagan bien a que se hagan rápido.

El Ayuntamiento ya ha anunciado que la reconstrucción puede «ir para largo», ya que, de momento, no hay presupuesto para la obra. Las piedras, con más de 400 años de antigüedad, reposan en un almacén en Piedeloro, a buen recaudo.

«Lo preocupante de verdad es el contexto general en el que se tendrá que producir la reconstrucción de la capilla, ya que hay una tendencia de pérdida patrimonial y cultural en la actualidad», lamenta el historiador local Armando Rodríguez, quien espera que con San Antonio «no pase como con algunos murales del museo al aire libre o con el museo de la conserva, actualmente en punto muerto». Rodríguez considera «primordial que la capilla se reconstruya» y la forma en que está siendo conservada en la actualidad, en este «compás de espera», no le ofrece dudas, ya que, dice, «el desmontaje se ha realizado de forma profesional, con la numeración de cada pieza, como se ha sabido».

Con respecto a la reubicación del templo, Rodríguez entiende que «deberá ser avalada por informes técnicos» que aseguren su futuro al menos por otros 400 años más. Su futura ubicación genera más dudas en otro historiador local, Manuel Ramón Rodríguez, quien, además de destacar su importancia religiosa, valora que la capilla «es una referencia en el paisaje» y pide que siga siendo así. «Tiene que seguir siendo una referencia visual para la costa y para los caladeros de pesca», proclama el historiador. Tampoco él duda de que las condiciones de conservación de las piedras sean las adecuadas, por lo que, apostilla, «no deberían ser un problema para su posterior reconstrucción, aunque esta se dilate en el tiempo».

Tampoco hay prisas para el representante vecinal Luis Fernández, de la asociación de vecinos de Candás. «Lo importante es que no se haya caído», apunta. «Si no corre ningún riesgo en su almacenamiento actual, como así parece, no nos preocupa el tiempo que pueda tardar su reconstrucción, mientras se haga bien». Sin embargo, matiza que «sí nos preocupa lo que pueda costar y entendemos que en la actualidad haya otras prioridades».