Los porreos -prados ribereños producto del cerramiento y relleno de antiguas marismas- constituyen espacios de notable interés de conservación, en particular los de Sebrayu y El Cierrón. Ambos requieren medidas de gestión activa, el primero para preservar sus carrizales y sus juncales y el otro para reparar la cárcova que lo cierra, pues la entrada creciente de agua amenaza con alterar el hábitat que en los últimos años ha atraído al chorlitejo chico y a la cigüeñuela común.