Demetrio Casado es miembro del Real Patronato sobre Discapacidad y experto en materia de políticas sociales y envejecimiento. Ayer ofreció una ponencia en el hogar del pensionista de El Berrón.

-¿Tiene la gente mayor una actitud distinta hoy en día?

-Sí. Progresivamente la gente de edad avanzada toma conciencia de sus posibilidades de actividad, tanto en el orden lúdico como en otro tipo de actividades de colaboración familiar, de colaboración en asuntos sociales, de participación incluso en la política.

-La crisis suele afectar a la parte más débil. ¿Lo notan los mayores?

-Una de las cosas en las que se ha notado más es que muchos de ellos han tenido que acoger a sus hijos desempleados, y a veces desalojados de sus viviendas por problemas de desahucio, para pasar a vivir de la pensión de la jubilación. Aparte de eso, las asociaciones de mayores están teniendo reducciones en las subvenciones que recibían. Una gran parte del asociacionismo español funciona principalmente con ayudas, y las subvenciones son el modo de acción pública más fácilmente recortable, porque ninguna subvención es obligatoria.

-¿Esa falta de recursos se puede suplir de alguna manera?

-Desde hace años las asociaciones están buscando colaboración con empresas que quieran practicar la responsabilidad social corporativa. Empresas que antes hacían, por ejemplo, campañas publicitarias, ahora están viendo que también pueden trabajar cooperando con entidades no mercantiles que están comprometidas en causas sociales.

-¿Cuál cree que es el pilar fundamental de un buen envejecimiento?

-En primer lugar, hay que tomar conciencia de que uno y la propia familia pueden hacer mucho por un envejecimiento activo, en el sentido de cooperar dentro de la casa y con las familias que están fuera. Un cambio de mentalidad respecto a que la jubilación no es el estadio de la pasividad, sino el del cambio de actividad, en este caso con criterios de voluntariedad. En segundo lugar, es muy importante aprovechar la ocasión de meterse en líos asociativos, y en tercer lugar puede ser la ocasión de trabajar y ganar dinero ya no por obligación, sino por complementar y por seguir poniendo en práctica aquello que sabes hacer.

-Hay un envejecimiento activo casi obligatorio, el de los abuelos que cuidan de los nietos. ¿Eso es bueno o malo?

-Hay dos cosas. La primera, los abuelos tienen que actualizarse en lo que atañe al cuidado infantil, hay pautas pedagógicas que han cambiado. En segundo lugar, las dosis. No puede hacerse a costa de la salud y sobre todo de la calidad del cuidado.

-Está muy en boga recomendar tanto actividad mental como física. ¿Está de acuerdo?

-Sí, pero creo que la participación en actividades que requieren discernimiento y relación es un medio de ejercicio mental. Cuando uno cuida a un niño necesita poner los cinco sentidos y tener un sexto. Si toma o no la medicación, preparar la papilla a tiempo, etcétera. Cuidar un niño es una labor de gerente, y la gerencia requiere empleo de la mente. No me parecen mal los ejercicios de tipo cognitivo, pero todo lo que se pueda hacer mediante actividades útiles, mejor. En cuanto al ejercicio físico, que sea asequible al común de la gente. Debe ser en serio: que suponga esfuerzo, programado, con continuidad. No vale actividad de cualquier manera.

-Dicen que tener amigos es bueno para la salud.

-Sí. El hombre necesita la alimentación afectiva. Además, los amigos son una cantera de programación de actividades, de relaciones. Yo hay una cosa que aconsejo: tener amigos, pero no quedarse sólo en los de tu propia generación, porque el mundo avanza y en el propio círculo uno encuentra en muchos órdenes de cosas más de lo mismo que uno tiene.