Cantautor y patrono de honor del Aula de las Metáforas de Grado

Grado,

Lorena VALDÉS

«Sublevación inmóvil». Esta metáfora, inspirada en el título de un libro del poeta y premio «Cervantes» Antonio Gamoneda, sirvió al poeta Fernando Beltrán para rebautizar ayer el Aula de las Metáforas, la biblioteca de poesía que fundó el 29 de febrero de 2004 con 1.600 libros de su biblioteca personal en la Casa de Cultura de Grado, y que ayer celebró su octavo aniversario. Beltrán se emocionó repasando la trayectoria de su proyecto más personal y emocionó a su amigo el cantautor Amancio Prada, nombrado durante el acto que tuvo lugar en la capilla de los Dolores patrono de honor de la fundación Aula de las Metáforas.

«Gracias, querido Amancio, por ser? no mi amigo del alma, que poco valor público tendría, sino un amigo del alma, así de literal y a secas... Un amigo del alma humana, con todas sus grandezas, con todas sus miserias, con todos los tonos y todos los acentos. Y eso sí que es generosidad: no conformarse con lo que uno es, para ponerse en el lugar de los demás y entregarle a cada uno su letra, su música a la medida, su canción necesaria». Éstas fueron las palabras con las que Fernando Beltrán quiso agradecer «el apoyo incondicional» de Amancio Prada al proyecto del Aula de las Metáforas desde su alumbramiento.

En su discurso, Beltrán confesó al público que al padre de Amancio «le llevaban los demonios cuando su hijo se despistaba en la mística hierba alta de sus cánticos en lugar de vigilar el terrenal condumio que pastaba su ganado, él quería que estudiase sus vacas. Sin embargo, acabó contemplando con el tiempo cómo Amancio era amado y aclamado en todas partes». «Gracias, Amancio, pastor de vacas sagradas, por habernos criado a tus pechos. Por habernos conferido tan hermosa lactancia. Y por recordarnos hoy con tu presencia que patrono viene de padre», concluyó el fundador del Aula.

Sin separarse de su guitarra, Prada se fundió en un efusivo abrazo con Beltrán, quien, fruto de la emoción, casi se olvida de entregarle al cantautor leonés la escultura del artista Pep Carrió que simboliza su patronato. «¡Me encanta estar aquí!», sentenció el homenajeado antes de comentar su recital «Un encuentro cantado con Amancio Prada».

Prada cantó el poema de Beltrán «Cuando la lluvia cae, Oviedo crece». «Antes tenía un pájaro en el pecho, ahora tengo un Aula», concluyó en medio de la ovación de los asistentes.

Grado,

Lorena VALDÉS

El cantante y compositor leonés Amancio Prada fue uno de los padrinos del Aula de las Metáforas en su nacimiento el 29 de febrero de 2004. En el octavo aniversario de esta biblioteca, obra de su amigo el poeta ovetense Fernando Beltrán, Prada regresó a Grado para recibir el nombramiento de patrono de honor del Aula.

-¿Qué significa ser patrono del Aula de las Metáforas?

-Lo miré ayer en el Diccionario porque no lo sabía. La acepción que más me gusta es la de protector, cómplice diría yo. Porque uno no ha hecho otra cosa en la vida que cantar poesía. La poesía es lo que ha motivado y propiciado mi canto, lo mismo la de los grandes poetas consagrados que la de poetas desconocidos. Cualquier poema que me encante es una fuerza irrefrenable.

-Ha venido a Grado para cantar al Aula un cumpleaños feliz que lleva por título «Un encuentro cantado con Amancio Prada».

-Se trata de un recital espontáneo, en ese oratorio tan excepcional que es la capilla de los Dolores, que comienza con la canción «Tengo en el pecho una jaula», que tanto le gusta a Fernando (Beltrán), y que también incluye el tema «Labregos», dedicado a los labradores de mi tierra. Ahora en este tiempo que vivimos debemos volver a labrar la tierra y leer a Séneca. Hay que bajarse de la parra y empezar a cavar la viña.

-¿Qué sensación ha tenido al visitar el Aula ocho años después de su inauguración?

-La del cuidado, el mimo y la pátina del tiempo. Las cosas ya no tienen ese brillo nuevo del barniz recién dado. El tiempo también pinta, lee, canta y, al mismo tiempo, es una luz usada, un espacio utilizado, y ese brillo del uso es lo que enaltece y confirma el valor de las cosas. El Aula tiene una medida adecuada al entorno, es algo natural, no para deslumbrar a ningún visitante. Este país lo hemos llenado de continentes y ahora hacen falta contenidos. Aquí ocurre lo contrario, las cosas surgen desde abajo e irán creciendo cuando se plantee la necesidad y eso lo mantendrá vivo y creciente. No hay nada más triste que ver un gran palacio de congresos, teatro o escenario con las puertas cerradas o vacíos, lugares donde sólo se posan las telas de araña, y eso es lo que yo no noto aquí.

-Llegó al mundo de la poesía a través de Rosalía de Castro.

-Mis primeras canciones fueron sobre poemas de Rosalía de Castro, yo tenía entonces 17 años. Leyendo a Rosalía me sentía tan identificado... Le debo a Rosalía mi primera guitarra. Después vino San Juan de la Cruz. El 4 de abril interpretaré el Cántico en la iglesia de San Juan de los Caballeros en Segovia, donde lo estrené hace 35 años. San Juan de la Cruz me ha abierto las puertas de espacios y escenarios realmente hermosos donde parece que el silencio y la música se dan la mano.