Pola de Siero, F. TORRE

Son los últimos en abandonar el lugar de la catástrofe. Son personas anónimas, voluntarios enrolados bajo una doble enseña universal (cruz en Occidente, media luna en Oriente) que escapa a sus reminiscencias sociopolíticas y religiosas para erigirse en un símbolo de humanidad, de esperanza. Se les ha visto en Lorca, en Siria, también en el litoral asturiano, buscando a los desaparecidos. Son los miembros de la Cruz Roja, que ayer abandonaron por una mañana su proverbial anonimato para celebrar, en el auditorio de Pola de Siero, el 138.º aniversario de su constitución en Asturias. Una efeméride en la que la entidad reconoció la labor de ocho de sus voluntarios y de otras entidades que colaboran desinteresadamente con ellos.

La constitución de la delegación de Cruz Roja Española en Asturias se concretó el 18 de marzo de 1974. Apenas cinco días después, el 23 de marzo, la Asamblea Suprema de la institución ratificó la nueva sede. Desde entonces, la suya ha sido una vigilia perenne, una incesante labor en favor de todos los asturianos, de todas las víctimas de accidente, atentados, guerras y revoluciones, sin atender a su credo, raza, género o condición.

«El compromiso de Cruz Roja no sería posible sin la labor de los voluntarios», destacó al inicio de la celebración la presidenta autonómica de la entidad, Celia Fernández, que también alabó la colaboración de diversas entidades, públicas y privadas, que facilitan esa labor.

Entidades como el propio Ayuntamiento de Siero, al que la presidenta de la Asamblea Local, María Aurora Lores, agradeció que cediese los locales de la antigua Escuela de Música para que pudiera ocuparlos Cruz Roja, que hubo de evacuar su anterior sede, un chalé en Alcalde Parrondo, por su deterioro.

Precisamente una parte de los voluntarios, los del proyecto ERIES, que ha incorporado Equipos de Respuesta Inmediata en Emergencias a la delegación asturiana, recibieron un diploma de reconocimiento a la acción voluntaria. Tras esta distinción, se hizo entrega de las siete medallas de plata que entregó la entidad en este aniversario. Unas distinciones que reconocieron la labor tanto de entidades como de particulares.

Entre las primeras se reconoció la labor de Proyecto Hombre, centrado en la prevención, tratamiento y rehabilitación de drogodependientes, que cumple este año sus 25 de existencia. También se reconoció a los supermercados Masymas, y a la Federación de Donantes de Sangre de Asturias (Fedospa). Mención aparte merece el jefe superior de la Policía en Asturias, Baldomero Araújo, al que se distinguió en representación de todos los efectivos bajo su mando.

Entre las personas distinguidas, Cruz Roja reconoció la labor de dos de sus voluntarios. El primero, Raúl Alonso Aguirre, socio desde 1996, que fue presidente de la Asamblea Local de Oviedo durante cuatro años y vicepresidente durante otros tres. Aún ahora, que no ocupa cargos directivos, continúa dentro de la organización. En cuanto al segundo, José Arsenio Ponga, es el socio más antiguo de Cruz Roja en la región, desarrollando su labor desde 1969.

En cuanto al último homenajeado, fue quizás el más emotivo, al ser a título póstumo. Se distinguió a Antonio Cueto Espinar, en especial por su apoyo a la entidad durante su etapa como consejero de Sanidad. Una distinción que recogió su hijo, Antonio Cueto, quien recordó la identificación de su padre con la entidad, que concretó en una cita de su fundador, Henri Dunant: «Un enemigo abatido ya no es un enemigo, es un hermano».