Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

La bandera azul que distingue a las mejores playas de Europa no ondeará este verano en el principal arenal de Candás, Palmera. Y no será porque sus condiciones no sean óptimas, sino porque esa distinción de calidad no es compatible con el baño en el espacio portuario. Y es que los candasinos acostumbran a zambullirse en el lado izquierdo del dique conocido como «El espigón», o lo que es lo mismo, en espacio portuario. Algo que según la Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor (ADEAC), que es la que concede las banderolas azules, imposibilita la calificación óptima de la playa de Candás.

«Los vecinos lo que reclaman es poder bañarse en "la piscina"», confiesa el alcalde de Carreño, Ángel Riego, al respecto de ese espacio de agua a la izquierda del dique. «Sabemos que eso nos imposibilita acceder a la bandera azul, pero elegimos el baño», añade el regidor.

La situación no es nueva, sino que ha vivido varios episodios de desentendimiento y perplejidad entre ADEAC y el Ayuntamiento. El primero de ellos, a principio del verano de 2010. Los representantes de ADEAC observaban atónitos cómo unos jóvenes piragüistas del club local Los Gorilas izaban por primera vez en la historia del concejo la bandera azul mientras, a pocos metros del Templo de los Océanos, donde se colocaba, decenas de bañistas disfrutaban de un chapuzón en el espacio portuario.

Nada más acabar el acto solemne, un alto cargo de ADEAC le dijo en voz baja a la por entonces concejala de Urbanismo, Melania Álvarez: «Pero ahí no se van a seguir bañando, ¿verdad?». Desconocía el representante que en Candás gustan los fueros. Y bañarse en el puerto, antes conocido como la playa de La Pregona, es uno de ellos.

Y así es que al año siguiente, 2011, ya no hubo bandera azul en Candás. Y eso que las analíticas del agua, los servicios prestados en el arenal y alrededores e incluso el modélico e innovador servicio de socorrismo le daban derecho a la villa a levantar el estandarte. ADEAC remitió un informe al Ayuntamiento en el que se instaba a retirar las balizas en la margen izquierda de «El espigón» para optar a la bandera. O, al menos, que se colocase un cartel prohibiendo el baño. No obstante, Carreño optó por los saltos en el mar en lugar de la distinción.