Adela, interpretada por Toya Cuello, pasó más tiempo llorando que riendo y haciendo reír en la última obra de Carmen Duarte. Se trata de «Ni contigo ni sin ti», un estreno de la compañía «Traslluz», de Gijón y que da una vuelta de tuerca al costumbrismo asturiano. La acción sucede en la actualidad y, a pesar de que sus protagonistas son una pareja que vive del campo, la escenografía rompe con los tópicos y nos presenta un decorado que podría representar un apartamento ochentero urbano.

Adela y Roberto son un matrimonio que celebra sus bodas de oro y la mujer decide llamar a sus dos hijos, a los que lleva años sin ver, para compartir el dichoso momento con ellos. Los vástagos son Ada e Iván, interpretados por Ana Ania y Miguel Camblor, dos jóvenes con éxito profesional y personal que deciden acudir a la llamada de Adela con la incertidumbre de saber el porqué de la cita.

Ahí comienza la trama porque en cuanto descubren que han modificado su agenda por celebrar los cincuenta años de matrimonio de sus padres se ponen como fieras. Les echan en cara todo el pasado, cómo los criaron, cómo triunfaron sin su presencia y los rechazan como padres. Reniegan de ellos y, aunque el matrimonio quiera pasar temporadas con ellos, los hijos se avergüenzan de sus hábitos y costumbres, que nada tienen que ver con su vida.

Roberto, el padre, reacciona a gritos, con gran enfado, y hasta quiere echarlos de casa, siempre con el apoyo del público, que aplaude sus decisiones. Pero Adela queda destrozada, llorando amargamente porque no espera la reacción de sus hijos después de haber trabajado duro para que tuvieran un buen porvenir. Pero Roberto insiste en celebrar sus bodas de oro con Adela y aunque llegan a discutir, porque ella lo responsabiliza de la amarga escena con sus hijos, acaban cenando. Roberto hasta espera tener un postre que mejore su noche de bodas, pero suena el timbre y reaparecen los hijos, arrepentidos de sus palabras. Aunque resulte poco creíble el rápido cambio de parecer, la trama se resuelve en el segundo acto con el arrepentimiento y pesar de los jóvenes y la alegría de los padres.

Adela y Roberto hasta acabarán recibiendo como regalo un ansiado viaje a Benidorm, el lugar soñado por muchos en los ochenta y adonde algunos regresan ahora esperando llenar el vacío que tienen en sus vidas. El público disfrutó y se rio a gusto, sobre todo con Mario Alberto Álvarez en el papel de Roberto, y se entregó a la obra original de Carmen Duarte. «Traslluz» consiguió una de las ovaciones más fuertes del Salón en la penúltima jornada de la edición de este año.