El PP de Carreño siempre ha sido un partido raro, con esa pátina extraña que tienen las agrupaciones políticas de los pueblos. No es exclusiva del PP, les ocurre a otras formaciones. El poder y las formas no se cuestionan por motivos políticos, sino personales. Con la inercia se van afianzando relaciones contra natura y con el tiempo las fuerzas internas que sujetaban la estructura encuentran un punto de fuga y se disparan en varias direcciones. En el PP de Carreño esa explosión interna coincidió con una real, con una que destrozó la sede del partido en la parte alta de La Baragaña. Víctor Muñoz de la Vega fue el encargado de reconstruir sede y partido. Lo hizo con calma, con tranquilidad, con seriedad y con un sentido del humor que no todos entendían. Víctor nunca tuvo una mala palabra para algunos que buscaron el provecho personal en el seno del partido. Él era empresario, ya tenía trabajo y cuando llegó a la presidencia del partido ya tenía un coche alemán de gama alta; vamos, que no buscó nada en la política más que ayudar a su pueblo. Descanse en paz.