Piedeloro, Mónica G. SALAS

«Yo estaba en mi habitación y sentí un golpe muy fuerte; de hecho, mi madre me preguntó: "¿Qué haces con la escopeta?"», recuerda del sábado, a la hora del accidente, Adrián Pérez, vecino de El Rendaliego, en Piedeloro. Inmediatamente, Pérez bajó al lugar y llamó a la Guardia Civil de Candás. En ese momento, los tres familiares que iban en el Nissan Primera «ya estaban muertos», señala. Al parecer nadie vio el accidente y la mayoría se enteró al oír las sirenas. El siniestro se produjo hacia las tres menos cuarto de la tarde, en la carretera que une Candás con Tabaza (AS-110). Los tres familiares fallecidos viajaban en un Nissan Primera, con matrícula O-3900-BS. En la colisión frontal se vio implicado un Seat León, matrícula 9534-BLH, en el que circulaba el hombre que resultó herido grave.

Según explican los vecinos de Piedeloro, en los últimos meses se han producido cuatro accidentes en el mismo punto.

El último de ellos, sin ir más lejos, en Navidad, cuando un vehículo que iba hacia Candás colisionó contra una señal. De hecho, aún se observan restos de la defensa y los destrozos en la señal de tráfico. Hace poco también tres mujeres volcaron con su coche, indicó Gustavo del Dago, vecino de El Raitán. «Cada poco hay salidas de carretera», añade. Adrián Pérez lo corrobora: «De los once años que llevo viviendo aquí, sólo he visto accidentes».

¿La principal causa? Los excesos de velocidad, dicen los consultados. «Por aquí pasan a 120 kilómetros por hora», se queja Adrián Pérez. En una carretera comarcal el límite suele ser a 90 kilómetros por hora, salvo señalizaciones específicas. Por su parte, Gustavo del Dago asegura que «no hay ninguna señal que indique la limitación de velocidad, a excepción de la recta de la gasolinera.