Candás, Mónica G. SALAS

Se cantó por primera vez una tarde de Sábado Santo de 1899. Un coro compuesto por un centenar de voces interpretaron, ante la imagen de la Virgen del Rosario, el viejo himno de la Armada española: la Salve marinera, hoy convertido, junto a la procesión del Encuentro, en una de las señas de identidad de la Semana Santa candasina. Sobre el mural de la Salve, pintado por el artista local Alfredo Menéndez, hombres y mujeres se reúnen cada Sábado Santo y cada Domingo de Pascua para cantar con pasión esta canción. Algunos llevan haciéndolo toda su vida, como Pipo Prendes. «Salve, salve, estrella de los mares» son las primeras palabras que entonan los integrantes de la coral candasina, de la que forma parte Prendes. El que fuera, junto a sus hermanos, fundador del popular club de piragüismo Los Gorilas es el candasín que más años lleva cantando la Salve. En concreto, desde hace más de sesenta años.

«Empecé cuando era un niño, con 12 años, ya que todo el mundo me decía que tenía muy buena voz», explica Prendes, que a sus 75 primaveras recuerda cómo en los ensayos tenían que colocarle una butaca para poder equipararse al resto de componentes del coro. Después de tantos años, Pipo Prendes se ha convertido en la voz más popular de la Semana Santa local.

Cada año, desde lo alto de El Pasaín ve emocionarse a centenares de personas. «Cuando interpretamos la Salve Marinera, la gente del pueblo guarda un silencio riguroso y en sus rostros se aprecia sentimiento, es algo que está muy metido en las personas. Si faltase, la Semana Santa de Candás ya no sería lo mismo», asegura. Tanto es así que «cuando acabamos de cantar, te vienen a besar y abrazar, porque para todos los candasinos se trata de un acto muy emotivo y significa mucho para mí, ya que ayudo a mi pueblo», añade.

A pesar de llevar tantos años entonando la Salve, Pipo Prendes confiesa que siempre se pone nervioso cuando se acerca el momento. Sobre todo, al interpretar «Santa María», una de las canciones que se cantan el Sábado Santo junto a la Salve y que Prendes interpreta como solista desde hace ya 41 años. «Por fuera parece que estoy bien, pero la procesión la llevo por dentro», afirma entre risas. Nunca mejor dicho.

A lo largo de todos estos años, según Prendes, tanto la Salve como el «Santa María» han evolucionado para bien. «La letra no ha cambiado, pero ahora intentamos que no se cante todo en el mismo tono, sino subiendo y bajando», explica. Lo que sí ha cambiado, por contra, es el número de participantes. Mientras que antes eran más de cien personas en el coro, ahora no llega a las cincuenta, pero Pipo Prendes sigue al pie del cañón. Y ya es la voz con más historia de la Semana Santa candasina.