Candás, Mónica G. SALAS

Primero la llevaron sus antepasados y ahora son ellas las que continúan con la tradición. Con ganchillos en la mano, María José Fernández y más de cuarenta mujeres confeccionan cada semana el elemento más típico del traje de sardinera, con el que se visten las mujeres en las fiestas del pueblo: la manta candasina. Y es que cada vez son más las personas aficionadas a esta peculiar toquilla, de color negro y hecha a base de sedón. Una prenda que ya lucieron en su día las populares Mujeres de la Paxa en sus habituales paseos a pie hasta la plaza del Fontán, en Oviedo, para vender el pescado, y que hoy llega hasta nuestros días, gracias a la labor de recuperación que en los años setenta llevaron a cabo las peñas candasinas.

«Antes las utilizaban para resguardarse del frío, pero cuando llegó el abrigo las mujeres del pueblo dejaron ya de llevarlas y no fue hasta la década de los setenta cuando se rescató esta típica prenda», explica María José Fernández, profesional de la artesanía textil local y maestra del taller de extensión cultural de manta candasina. Así, las peñas lograron desempolvar una tradición, ya olvidada en el fondo del armario, que pasó a formar parte de la indumentaria festiva de las mujeres de Candás.

Desde entonces, la elaboración de la manta candasina no ha cesado y ahora incluso, según comentan las expertas en esta toquilla, está cada vez más en auge. «Sólo hay que ir a una fiesta, como San Antonio o el festival de la sardina y ver la cantidad de gente que va ataviada con ella. Hasta los bebés en los carricoches la llevan», apunta María José Fernández. De todas formas, y al margen de las celebraciones, hoy por hoy esta prenda se utiliza durante todo el año. «Se pone mucho para salir. Hasta para bodas. En vez de llevar un chal hay gente que prefiere ir con la manta candasina, porque viste igual y le da un toque diferente», añade Fernández.

Y es que no cabe duda de que esta toquilla engancha. «A mí me encanta, me paso horas tejiendo. Termino de comer y ya me pongo con ello, y así estoy toda la tarde e incluso hay veces que hasta las dos de la madrugada», dice Paz Menéndez, quien confiesa también que la elaboración de la manta candasina requiere mucho trabajo. Y así lo corrobora María José Fernández: «Echándole muchas horas, alrededor de veinte días se puede tardar en confeccionarla, aunque también depende del tamaño que se requiera», señala. Esta candasina, después de toda una vida de labor, ha llegado incluso a calcular el número de puntadas que lleva esta tradicional prenda textil: «Entre 14.000 y 16.000».

Aun así, son muchas las mujeres, casi cuarenta, que, desde 2000, año en el que arrancó el curso de extensión cultural dedicado a la manta candasina y que se desarrolla actualmente en el centro polivalente La Baragaña, se han puesto en faena con los ganchillos y el hilo para confeccionar hermosas toquillas, hoy en día de cualquier color. «La manta candasina original es negra, porque las mujeres de antes iban siempre de luto, pero ahora ya se elaboran de todos los colores, de la misma forma que también se hacen más pequeñas, cuando la clásica es larga y de cruzar atrás», apunta María José Fernández. Asimismo, ya hay quien opta por hacer, con el mismo hilo de la manta, otras prendas, como chals.

La manta de sedón, típica del litoral peninsular y hoy sólo con arraigo en Candás, se hace utilizando la técnica del croché y está compuesta por tres partes: cuerpo, entredós y puntilla. El primer paso es la elaboración del cuerpo, la zona más monótona de trabajo, seguido a continuación del resto de partes.

El entredós, la pieza más laboriosa, es la que aporta el toque diferenciador. «Cada persona elige el esquema de dibujo que quiere», afirma Fernández. Ahora bien, la puntilla siempre es la misma y se caracteriza por el calado que hay entre una columna y otra. Pero tan importante es el dibujo como contar. «Si no cuentas corres el riesgo de que la parte derecha no te salga de la misma medida que la izquierda, por eso es tan necesario», argumenta Fernández. Y así, entre números y puntadas, enganchadas a la artesanía textil, están hoy en día muchas mujeres candasinas, a la espera de poder lucir su manta en las próximas fiestas.