Orio (Guipúzcoa),

Braulio FERNÁNDEZ

«Oye, pues tocan muy, pero que muy bien», le dijo ayer un vasco a otro en la parte trasera de la plaza mayor de Orio, mientras la Banda de Música de Candás hacía que retumbase en toda la localidad guipuzcoana. «Qué creías. Para estar ahí hay que hacer un examen», le contestó el otro. Muchos se maravillaron en Orio al ver tocar bajo la pérgola a setenta músicos educados y orgullosos. «No tenemos banda de música en Orio, y eso hace que el efecto se multiplique», explicó el Concejal de Cultura oriotarra, Jon Agirresarobe.

El concierto fue muy especial para la banda candasina, que con más de 130 años de historia ayer desplegó todo su encanto en las fiestas de San Pedro de Orio. El día grande merecía una actuación grande, y así fue. Con piezas clásicas («Oregon»), modernas («Braveheart»), y cómo no, las «Escenas Asturianas» que acabaron entre gritos de «Puxa Asturies» por parte de los propios músicos. Además del «Jaialdia», que por momentos hizo que los vascos se echaran a cantar espontáneamente poniendo letra a la música.

«Esto ha sido un regalo, estamos muy agradecidos», dijo el Alcalde de Orio, Beñat Solaberrieta. «Además de un intercambio cultural, creemos que ha sido un intercambio emocional, homenajeando a la gente del País Vasco que se tuvo que ir a trabajar a Asturias», añadió. Junto a él estuvo una nutrida representación de la Corporación de Carreño, con el Alcalde, Ángel Riego, a la cabeza; la teniente de alcaldía y Concejala de Cultura, Amelia Fernández, y otros tres concejales más de diferentes grupos políticos.

La jornada había empezado en torno a las once de la mañana, cuando la banda, con dos gaiteros al frente, se abrió paso entre los balcones engalanados de amarillo, el color Orio, agradeciendo la atención y los aplausos con numerosas paradas. Fue lo anterior al momento central: el concierto en homenaje a los marineros vascos que dejaron el golfo de Vizcaya hace décadas para dar caza al bonito en el Cabo Peñas y que echaron raíces en Candás.

Así se han fijado en la capital de Carreño apellidos como Alijostes, Aramendi, Mendiguren, Iriberri, Badiola, Echevarría o Eizaguirre. Todas estas familias, el próximo mes de agosto, con motivo de las fiestas de San Félix, podrán ver por las calles de la villa a los vecinos de Orio. Candás y Orio tienen ya algo en común para siempre. Es de color amarillo y está colocado en el estandarte de la Banda de Música de Candás. Es el símbolo del reencuentro con los abuelos, con la mar y con la conserva, y todo gracias a la música. El lenguaje propio de Candás desde hace la friolera de 130 años.

Orio (Guipúzcoa),

Braulio FERNÁNDEZ

Entre el público vasco que asistió sin moverse ninguno de los cien minutos de concierto que ofreció la Banda de Música de Candás ayer en Orio no pudo faltar Ignacio Génova.

Suya fue en realidad la idea de reunir a los dos pueblos, Orio y Candás. «Los abuelos que habían emigrado a Asturias se habían quedado atrás», cuenta. «Pero conocíamos la historia y picaba la curiosidad e incluso fuimos a Candás a buscarlos». No tuvieron éxito en un principio en su búsqueda, pero fue el azar quién los reunió.

«Hace un año vino un barco de Candás a repararse aquí, y pregunté por mis primos. Me dijeron que uno de ellos era el presidente de la Banda de Música. Nos pusimos a trabajar y ahora míralos, aquí a todos», relató emocionado Ignacio Génova. Su primo es Miguel Karrera Génova, el presidente de la banda y otra de las persona que más empeño ha puesto en un reencuentro que como él mismo dice, «no es sólo de los Génova, sino de todos los vascos que fueron a Candás».

Ignacio Génova, que recibió un recuerdo de manos de la banda, no se pregunta qué habrá después de la fiesta en Orio de ayer: «Ahora ya se ha recuperado y reunido la familia para las siguientes generaciones. O para siempre quizá. Ahora iremos y volveremos».