Retomar un nicho de mercado después de seis años de la desaparición de Palper, un referente de la restauración en el concejo moscón, es el propósito con el que la empresa Dulce Grado S.L. inauguró, ayer, en el polígono El Fabar-La Tejera de Grado, su fábrica de tocinillos de cielo, el postre más típico del concejo, y suflés. La tercera generación de la familia recupera y amplía el negocio en una apuesta por «los productos de calidad con un proceso automatizado», detalla Alberto Díez de Tejada, gerente.

La producción de los dulces se desarrollará en una nave industrial de 600 metros cuadrados que tuvo una inversión de un millón de euros, de los cuales 200.000 fueron aportados por el Grupo de Desarrollo Rural (GDR) del Camín Real de la Mesa, a través del programa Leader, financiado por el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader). Dulce Grado S.L. da empleo a seis personas, tres de ellas con contrato indefinido. El reto de la empresa es llevar el tocinillo y el nombre de Grado por el mundo.

De momento, ya han comenzado a comercializar sus productos en varios locales de la villa y en dos cadenas de supermecados regionales. Además, a partir de septiembre, harán lo propio en toda España, a través de El Corte Inglés. Uno de los objetivos es exportar sus productos al extranjero.

Al acto de inauguración de la fábrica asistieron la consejera de Agroganadería y Recursos Autóctonos, María Jesús Álvarez, el presidente del GDR Camín Real de la Mesa, Belarmino Fernández, y los alcaldes de Grado, Antonio Rey, Yernes y Tameza, Ramón Fernández, y Muros de Nalón, Carmen Arango. También participó el presidente de Hostelería de Asturias, José Luis Álvarez Almeida. La Consejera destacó que el proyecto empresarial de Dulce Grado «se basa en un producto agroalimentario de calidad, emblemático de Grado y que demuestra que hay músculo en el sector y apuesta por la innovación y la creación de empleo».

La inauguración de la fábrica fue muy especial para Ángel Fernández, antiguo propietario de Palper, quien evocó cómo comenzó junto a sus padres, Palmira y Perfecto, a fabricar los tocinillos en perolas de cobre a base de «esfuerzo y tesón». Fernández espera que Dulce Grado S.L. pase a la cuarta generación de la familia, a sus nietos: «Espero que Palper nunca se pierda», afirmó.

La Consejera de Agroganadería también acudió ayer al Centro Tecnológico Forestal y de la Madera (CETEMAS), en la localidad de La Mata. Álvarez comentó que trabajan en proyectos «punteros en Europa y, en algunos casos, únicos». Consideró el sector forestal como un nicho de empleo que aún puede mejorar si se profundiza en la innovación y la tecnología.