Carreño
Pipo Prendes, el más querido
El cantautor candasín recibe en Perlora el cariño de su gente en un sentido homenaje que sirvió para avivar recuerdos y sentimientos

Pipo Prendes, ayer, en Perlora, rodeado de amigos y familiares, durante el homenaje. / Mónica G. Salas
Perlora, Mónica G. SALAS
Es él la persona que suele sorprender al público con su peculiar forma de sentir la música y de interpretar las letras. Pero ayer el mundo fue al revés y fueron sus amigos y seguidores los que le cantaron a los cuatro vientos y le dejaron casi sin habla de la emoción. El candasín Pipo Prendes recibió, en Perlora, uno de los mayores "sustos" de su vida. Pero éste no habló de penas, sino de amores. Cerca de 200 personas le esperaron en una carpa, junto al restaurante "Casa Sandalio" y la figar bajo la que siempre deseó cantar y que confesó a sus allegados en un día de tapas de pulpo y de patatas bravas. Pero ni en sueños pudo llegar a imaginar que eso se haría realidad algún día. Y ese día, para su sorpresa, fue ayer.
Llegó con los ojos tapados por una venda. Tras quitársela y sin ser consciente de la noche de recuerdos que le esperaba se dio de bruces con el cariño de su gente mientras de fondo sonaba esa canción del grupo The Beatles que tantas veces había interpretado con sus amigos: "A Hard Day´s Night". Así, y como era de esperar, salió el Pipo sentimental, ese que no puede evitar que las lágrimas recorran sus mejillas como símbolo de gratitud.

Pipo Prendes, el más querido
Unas veces con palabras y otras, con vídeos. Sus familiares y amigos fueron, así, reconstruyendo su historia. Primero fueron imágenes suyas y luego en compañía. Por la pantalla pasaron, de esta forma, sus incondicionales amigos, José Ramón, Santiago o Adolfo, su querida Sara, sus padres, su grupo Gabiana y sus hijas, Natalia y Claudia, entre tantas y tantas personas, que allí estuvieron para darle calor en una noche de fuertes lluvias. Con todos ellos estuvo, como él diría, "adivinando los recuerdos, buenos recuerdos de buenos tiempos".
Pero nada de ello hubiese sido posible si no fuese por su sobrina, Alicia Pérez, que organizó este homenaje o, como ella prefiere decir, "esta fiesta de amigos y gente que le quiere y le admira", junto a los propietarios del bar "Casa Sandalio". Pérez se subió al escenario y cogió el micrófono para declararle, sin aguantar las lágrimas, una vez más su amor. El mismo que de una forma u otra le dedicaron todos los que ayer estuvieron a su lado rememorando viejos tiempos, llorando por aquellos que ya no están, pero sin olvidar que la vida, como subraya su canción, es "un paso más".
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