Los candasinos despidieron ayer, en medio de la perplejidad y de la conmoción, a María Jesús Fernández Palmeiro, la mujer de 56 años que hace dos semanas resultó herida de gravedad en una pierna al ser atropellada por un autocar en la estación de Gijón y que el lunes falleció en el Hospital Central Universitario de Oviedo (HUCA) a consecuencia de las heridas sufridas. A pesar de que su familia e incluso el equipo médico veía con optimismo su evolución, Chus, como así era conocida en el pueblo, no pudo superar la última intervención quirúrgica a la que fue sometida la semana pasada para reconstruirle la pierna afectada. La candasina permaneció varios días en estado de coma antes de fallecer.

Según sus allegados, Fernández mantuvo la sonrisa y las ganas de seguir luchando hasta el último momento. «Estaba muy animada, no se quejaba de nada y cuando todos pensábamos que ya había superado el accidente pasa esto. No contábamos con ello para nada. Estamos hechos polvo, pasándolo muy mal y sin hacernos a la idea de que ya no está entre nosotros», afirmó ayer Marga Hornazabal, de la familia.

Arropado por amigos, el féretro de María Jesús Fernández llegaba poco antes de las cinco de la tarde a la iglesia de San Félix de Candás, para la celebración de su funeral, que contó con el abrigo de todo Carreño. «La cantidad de gente que está hoy (por ayer) aquí demuestra el afecto que Candás le tenía a María Jesús», comenzó diciendo el cura José Manuel García. «La muerte de un ser querido siempre es un duro trance; una barrera infranqueable que tan solo se puede llegar a levantar por medio del cariño de amigos y conocidos», prosiguió. Y eso fue justamente lo que hizo ayer Carreño, un concejo completamente abatido por la desgracia este año y que, pese a todo, ayer no dudó en mostrar su apoyo a la familia de Chus.

Madre de un hijo (Alejandro Fernández), esta candasina muy unida también a su marido Javier Fernández, que presenció el terrible accidente en Gijón, estuvo durante más de una década vinculada a la Coral Polifónica «Aires de Candás». Los que la conocieron destacan, sobre todo, su bondad y su alegría. «Era un cielo de mujer. Siempre cantando. La queríamos todos mucho porque era muy especial», asegura Hornazábal.

El fatal accidente que le costó la vida a la candasina tuvo lugar el pasado 24 de septiembre sobre las once de la mañana, a la llegada del autocar que cubre el trayecto Luanco- Gijón. Su conductor dejó que los viajeros se apearan en la calle Ribadesella con tan mala fortuna que Chus quedó enganchada en la puerta y, cuando el autocar se puso otra vez en marcha, recibió un golpe que le hizo caer al suelo, y la rueda trasera le pasó por encima de la pierna. Tras el funeral, los restos mortales de María Jesús Fernández fueron trasladados al tanatorio de Avilés, donde fueron incinerados.