Con echar un simple vistazo a las carreteras regionales ya es suficiente para llegar a la conclusión de que la castaña no es, precisamente, un bien codiciado. Cada temporada, independientemente de que las condiciones meteorológicas sean las más propicias o no, se pierden en Asturias muchas toneladas del que es considerado uno de los frutos estrella del otoño. Mientras que la tradición de recogerlas en el monte va disipándose progresivamente con las nuevas generaciones, el descontrol que existe en las plantaciones tampoco ayuda mucho a su desarrollo. Todo ello hace que la castaña, aun siendo un producto tan rico y característico del Principado, no ocupe en el mercado el lugar que se merece. Ante esta situación, los productores ayer presentes en el festival de Aces (Candamo) piden organizar su cultivo con el fin de obtener una mayor rentabilidad y conseguir reactivar las cosechas.

"Ahora mismo la castaña está completamente abandonada. No se le da ninguna importancia y yo creo que sería interesante regular un poco los cultivos, porque si no esto se acabará perdiendo", lamentó Luis Viejo, participante en el certamen. En la misma línea se pronunciaron otros productores, como Samuel Magdalena, Jonathan Alwars y María Teresa López, que ven en su organización al igual que en el cuidado de los montes un paso importante para garantizar el futuro del sector.

De igual forma, los expertos del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) Juan Carlos García y Marta Ciordia, encargados de valorar ayer las muestras presentadas en el festival candamín, apoyaron la reivindicación de los recolectores, ya que consideran que Asturias "tiene un potencial que no está siendo explotado". Más aún cuando el número de hectáreas en las que el castaño es el árbol principal alcanza ya las 70.000. Y eso sin tener en cuenta que hay otras "120.000 en las que, al menos, este tipo de plantaciones está presente", tal y como precisó Ciordia. En vista de estos datos, "es una pena que se esté perdiendo tanta castaña y que a cambio sea la fauna animal la que se esté beneficiando de ella", añadió.

En este sentido, los productores también creen que sería necesario crear una cooperativa que comercialice mejor el fruto, ya que en la actualidad se "venden en muchos supermercados castañas con sello asturiano cuando en realidad no lo son, proceden de otras comunidades", como se quejó María Teresa López, que abogó, además, por la calidad que este producto tiene en la región y, en especial, en Candamo. Un hecho que también valoraron los asistentes al certamen. "Aquí tenemos las mejores", apuntó el ovetense Alfonso García.

Por otro lado, los expertos piensan, asimismo, que la idea de constituir una cooperativa sería positivo de cara a introducir nuevos tipos de cultivo, que sean menos sensibles a las plagas actuales y, sobre todo, a dar a conocer sus múltiples variedades. Porque la realidad con la que se encuentran los especialistas es que hay una falta de conocimiento general e, incluso, entre los propios recolectores, como ayer se puso de manifiesto en Aces, donde concursaban las modalidades chamberga y común (también llamada montesa y que suele ser la más frecuente en la región). Para diferenciarlas, según Marta Ciordia, del Serida, hay que tener en cuenta que la chamberga tiene un tono de cáscara pardo-rojizo y está estriada. Además, su forma suele ser más redondeada, mientras que la común tiene aspecto de lágrima. En cuanto a su sabor, la chamberga tiene un toque más dulce que su allegada, carente de más azúcares.

Otro de los problemas que ven los productores de castaña es la falta de interés de los jóvenes en la recogida. Creen que en los colegios se debería prestar más atención a este producto, así como acercar su historia a los niños. Porque además de ser un fruto típico de Asturias, los recolectores también recuerdan que en el pasado, en tiempos de escasez de alimentos, fue un elemento de supervivencia para muchas familias asturianas, que concebían la castaña como un tesoro. Un tesoro que ahora, en cambio, se descuida.