Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

La exposición que ayer se inauguró en el Museo Antón de Candás es especial por varios motivos. La Beca Antón, ya de por sí un mecenazgo consolidado, merece toda la atención. Se han hecho acreedores de ella artistas de todo tipo y de toda procedencia, desde Gijón a Nagoya, en Japón. Y contar con arte de vanguardia en un municipio de poco más de 10.000 habitantes es otro mérito. Pero por si fuera poco, el último mecenazgo antoniano ha recaído por vez primera en un candasín. Y no uno cualquiera.

Iván Fernández, conocido en el mundo artístico como «Coyote Painting Walls», es el nombre más representativo que ha dado Candás al arte plástico desde Antonio Rodríguez García, Antón, que nació en 1911 y murió en la Guerra Civil. Milán, Boston, y Candás son los escenarios preferidos de Fernández. Su proyecto «Presencias» ganó la Beca Antón de 2012, y desde ayer ha dejado de ser papel para convertirse en algo palpable, admirable, aunque siguiendo el rigor museístico, no está expuesto al tacto.

Entre lo tonal y lo atonal, paisaje y vanguardia, la muestra es un compendio de ideas que no pueden ser explicadas sin fijarse en el contexto, y no en el del museo, sino en el de toda la comarca del Cabo de Peñas, como así ha querido el autor. Casetas de pájaro, hechas por el «Coyote» y otras dibujadas por los alumnos de los centros educativos del concejo de Carreño, trozos de madera recogidos de las playas y figuras con ese rasgo propio que tienen los dibujos de Iván Fernández son las señas de identidad de la exposición. «Se trata de reivindicar la presencia de las personas a través de su ausencia», resume el autor al hablar de esas figuras humanas, de mirada triste, que aparecen por cada rincón de las salas del museo. «Es melancolía».

Pero lo humano está en relación con lo animal y también con lo material. «El título "Presencias" es emotivo, habla de esas personas que ya no están, pero que siguen estando, así como de casetas vacías, donde los pájaros no van a anidar y seguirán vacías, las casas vacías, hogares vacíos y seres ausentes», añade Fernández. Todo el trabajo se relaciona con esas casetas de pájaro, huecas de vida, que incluso los escolares pintaron a su manera en los trabajos que compartieron en los últimos meses con el artista.

Incluso lo material está bien presente. Tiene vida, como reflejan las cajas que salpican los suelos de las salas. «El surf forma parte de mi inspiración, y de las playas de Peñas, desde Xagó a Xivares, fui recogiendo trozos de madera. Algunos son de cajas de pescado, otros de barcos. Cada pedazo tiene su propia historia, y ahora emprenden una en común», cuenta. Todas esas historias están presentes desde ayer en el Museo Antón de Candás, donde se pueden ver hasta el próximo 14 de enero.