"Si hubiéramos tenido cuatro veces más, lo habríamos vendido todo". Así resume Carmina Prado lo que se encontraron los productores de faba de Argüelles en su feria anual. En tan solo una hora se vendió la media tonelada de fabes que habían puesto a la venta. Los cosecheros adelantaron la venta media hora con respecto al horario habitual, y la feria comenzó a las once. El horario estaba establecido hasta las tres de la tarde, pero no hizo falta, ni mucho menos, quedarse hasta tan tarde. A las once y media los tableros que se habían colocado en las antiguas escuelas estaban vacíos.

Manuel Álvarez, uno de los productores que, reunidos en la sociedad civil San Martín, comercializan toda la faba producida en la parroquia, dijo que este año, quizá porque se corrió la voz de que la cosecha había sido modesta (entre 4 y 5 toneladas, cuando una buena producción puede llegar al doble), "la gente buscaba fabes como loca, nos iban a buscar a casa para comprar una semana antes de que se celebrase". Y el mismo día de la feria también se desató la compra. Si el mercado abría a las diez y media "a las nueve de la mañana ya había gente esperando para cogerlas".

El productor cree que la experiencia de los dos últimos años, en los que, por distintos motivos metereológicos, las cosechas fueron escasas, mucha gente temió quedarse sin la preciada faba y se dio prisa en salir a por ella.

"La verdad es que últimamente las cosechas no son abundantes, porque el tiempo cambia mucho y no ayuda; la última vez que hubo una "cosechona" fue hace cuatro años; las tres últimas fueron mucho más escasas", dijo Álvarez.

El año pasado, además de escasa, la cosecha fue muy tardía. "Estuvo lloviendo sin parar cuando teníamos que sembrar, y tardamos muchísimo, acabamos sembrando en junio, cuando tenía que haber estado todo listo mucho antes, y a la hora de recoger pasó algo parecido, nos retrasamos cerca de un mes y tuvimos que darnos mucha prisa", explicó.

En cualquier caso, con más faba o menos, Argüelles celebró su fiesta en torno a un producto que todos los años pone su nombre en el mapa. Y no solo se vendió faba cruda. También raciones de fabada preparada y tarrinas de arroz con leche elaboradas por Covadonga Hevia que se han convertido en un clásico y que, como siempre, volaron. Todo el mundo quedó satisfecho de haber contribuido a dar alegría a los fogones asturianos.