Dos bandas "clásicas" del pop español. "Danza invisible" y "La Guardia" estarán el próximo jueves en la plaza cubierta de Pola de Siero para poner música a la primera gran fiesta del año en Asturias, Les Comadres. LA NUEVA ESPAÑA ha hablado con los líderes de las dos formaciones, Javier Ojeda (Danza Invisible) y Manuel España (La Guardia)

Javier Ojeda: «Me gusta más la industria de antes; los ochenta son casi irrepetibles»

-¿Cual es el secreto para mantener un grupo tantos años?

-Es una ecuación muy fácil. Primero, que los componentes sean compatibles, y en este caso ha sucedido, y luego, por lo demás, que cada cual tiene su vida y su trabajo a parte. Nos juntamos para determinado tipo de actuaciones, llegamos, vamos cambiando el repertorio, y siempre mantenemos un poco fresco el espíritu del grupo de esta manera. Si estuviéramos todo el tiempo concentrados en ello sería imposible.

-Con tantas canciones a sus espaldas, ¿cómo afrontan el repertorio?

-Se varía un poco cada año. Hay años que nos hartamos un poco y tiramos por la sorpresa y hacemos un show un poco más atrevido, más arriesgado. Pero lo que es en general tenemos como unas nueve o diez canciones que son inevitables, que sabemos que la gente nos las pide y si no se van a sentir defraudados. Y el resto del repertorio lo vamos variando. Unas veces tiramos por los temas más actuales, otros nos da por revisar temas antiquísimos de la primera época porque pensamos que está bien enseñárselos a la gente que se ha enganchado a «Danza Invisible tarde». Va cambiando según el año.

-¿Han renunciado a canciones o están contentos con todo lo que han hecho hasta ahora?

-Con todo no, por supuesto. Y hay incluso algunos temas que sí me gustan mucho pero que no te quedas contento con el arreglo. Por ejemplo, hace mucho que no tocamos «Yolanda», porque no nos convence cómo los queda en directo, y vaya si nos la piden.

-Antes hablaba de canciones inevitables, como podría ser, por ejemplo, «Sabor de amor» ¿Cansa tocar los grandes éxitos?

-No. Por ejempo, «Sabor de amor» la tienes que tocar sí o sí. Es la típica que para mi es muy aburrida de ensayar, y sin embargo, en directo ves cómo reacciona la gente y alucinas. Y después te pones a pensar y dices, gracias a Dios si sigo en esto es seguramente por una canción como «Sabor de amor».

-Ustedes vivieron todas las etapas desde el vinilo hasta el mp3. ¿Qué le gusta de lo que había antes y qué de ahora?

-Me gusta mucho más de antes cómo funcionaba la industria del disco. Con todos sus defectos, sobre todo a finales de los ochenta había una juventud superinteresada por la música pop española, y eso fue un momento casi irrepetible, y al mismo tiempo fue un momento mucho más democrático que ahora. Ahora o tienes mucho dinero para sonar o si no te tienes que prostituir de alguna manera. Yo siempre digo que he tenido muchas más oportunidades que los chavales jóvenes que empiezan ahora. Y de ahora lo que me gusta es la rapidez en encontrar muchas cosas. Te dice alguien «escúchate esto» y lo tienes prácticamente al momento. Todo es más veloz en todos los sentidos.

-Quizá la gran promoción es más difícil, pero los grupos se pueden promocionar al margen de la industria.

-No sé, creo que sencillamente ha cambiado el método. Por supuesto que puedes promocionarte más rápido, pero eres tu contra diez millones de personas que hacen lo mismo que tu en las redes sociales. Nunca se acaba de saber. Ahora el que sea más hábil a la hora de la promoción tiene más facilidad a la hora de promocionar su música. Por un lado está muy bien porque desarrollas habilidades, pero por otro hay músicos muy creativos que a lo mejor no tienen esa gracia para promocionarse.

-El hecho de que las ventas no sean lo que eran tira a muchos grupos al escenario. ¿Es bueno?

-No creo que sea así. Hubo un momento en que se extendió mucho eso de que ahora que no venden discos los artistas van a vivir de los directos. Eso se ha demostrado que es una falacia porque, realmente, antes había más conciertos y mejor remunerados, aunque fuese porque lo pagaban los ayuntamientos o lo que sea. Por un lado puedes pensar que todo lo de las taquillas es mucho más democrático, pero con la legislación española actual el tema de las taquillas está sumamente complicado, y tienes que poner unos precios de entrada muy altos como para que te cunda económicamente, con lo cual vamos a por una cultura para ricos que me parece un desastre.

-¿Con qué se queda, con el directo o el estudio?

-El directo me encanta, pero hay sesiones de grabación brillantes, esos momentos que llegas a casa y dices, qué momento he vivido. También está muy chulo.

Manuel España: «Nuestras canciones llegan tanto a un motero como a una quinceañera»

-«La Guardia» lleva 30 años en activo. ¿Cómo se hace para durar tanto?

-Con mucha ilusión y muchas ganas de dar a conocer la música, y sobre todo componiendo mucho y teniendo ganas de comunicar lo que pasa. Cuando empezábamos, nunca creímos que llegaríamos tan lejos y tanto tiempo, porque éramos unos enanos y lo teníamos como hobby. De repente, empezamos a ganar concursos, surgió la posibilidad de grabar un disco y dedicarnos en serio a la música. Abandonamos los estudios y lo dimos todo. Cuando el gusanillo del rock and roll te pica ya no puedes hacer otra cosa. Ahora no concibo la vida sin hacer música. Me despierto pensando en canciones, en lo próximo que voy a hacer.

-¿Qué se siente treinta años después dedicándose a aquello que le gusta?

-Somos unos afortunados de poder vivir de aquello que nos gusta. Es ese dicho de «búscate un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar en la vida». Nosotros, gracias a Dios, somos de los grupos que más estamos tocando porque la gente nos tiene mucho cariño, las canciones han calado en la menoria colectiva. Todos los que estamos en «La Guardia» nos dedicamos exclusivamente a la música.

-Algo que parece difícil con la crisis del mercado discográfico.

-Hemos tenido que superar un puñado de cosas. Vivimos el mundillo del vinilo, pasamos al CD, al mp3, hemos vivido la evolución de la música. Nos hemos adaptado y ahora ahí estamos.

-Antes había menos producción y hoy grabar parece más accesible pero las ventas son más limitadas y condiciona el mercado. ¿Con qué se queda?

-Poner tan fácil que la gente pueda tener acceso a lo que quiere hace que haya una confusión de gustos y que no suene todo lo que realmente es bueno. Está todo muy diversificado. Se ha perdido un poco esa magia de seguir a tu grupo y de formar parte de una tribu urbana. También hay cosas positivas. Las redes sociales ayudan a la promoción de los discos, ya no dependemos tanto de que te quieran poner o no, la gente va a buscarte. En cualquier caso, la mejor manera de estar aquí es mirar siempre adelante y no fijarte mucho en el pasado.

-Se venden menos discos y hay más directos. ¿Es bueno?

-Sí. Hay una criba en la que realmente queda la gente que sabe tocar en directo y que vive del directo, porque es imposible vivir de los discos. Ya en los ochenta no se podía vivir de los discos. Siempre hemos estado acostumbrados a vivir de los directos, y ahora no nos viene grande, no nos pilla de sorpresa.

-¿Hay éxitos inevitables en directo, como "Mil calles llevan hacia ti" o "Cuando brille el sol"?

-Sí, por eso no ensayamos nunca. Porque si estamos dándole vueltas a las canciones del pasado cuándo vamos a tocar, las tenemos muy trilladas. Cada uno lo ve en casa por separado y cuando nos juntamos en directo es para pasarlo bien.

-¿Se incorpora gente joven a su público?

-Sí. La gente joven siempre está en la primera fila, es la que tiene más energía. Hay mucha gente que nos conoce y dice que no sabía que conocía tantas canciones de «La Guardia». Y luego están los seguidores de toda la vida que han crecido con nosotros. Y, no sé por qué, las canciones llegan tanto a un motero como a una quinceañera. Tenemos un amplio espectro en cuanto a público.