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Entierra huesos en una finca de Tamón para asustar a sus dueños

El hombre, que tiene una disputa familiar con los propietarios, consiguió los restos de una clase de Anatomía

La finca donde aparecieron los huesos, en Tamón; a la derecha, el coche junto al que estaban los restos. b. fernández

Quiso asustar y molestar a los dueños de una finca con los que mantiene una disputa familiar. Y no se le ocurrió otra cosa que enterrar en la parcela huesos humanos: concretamente, un esqueleto y tres cráneos. Pero contra lo que se pueda pensar, los restos óseos no tenían un origen macabro ni delictivo, sino de lo más legal: habían sido utilizados en una clase de Anatomía Forense por estudiantes.

Tan peculiar historia ha sucedido en Tamón (Carreño) y la Guardia Civil ha abierto una investigación para determinar las responsabilidades del autor de una acción sorprendente y, como poco, macabra. Una mujer fue la que halló los huesos, el pasado 10 de julio, en las inmediaciones de su parcela, situada en el barrio de La Fontanina de Tamón. Ante el hallazgo no perdió el tiempo y llamó a la Guardia Civil. Los agentes, tras realizar las oportunas investigaciones, descubrieron que el origen de los huesos estaba debidamente acreditado al pertenecer a pruebas que los estudiantes realizan en la universidad.

¿Y cómo fueron a parar los huesos a la finca de Tamón y, en primera instancia, a manos del hombre? Pues las pesquisas llevaron a la Guardia Civil al sótano de una vivienda donde la pareja del ahora investigado trabajaba como empleada del hogar. Resulta que los propietarios de dicha vivienda tienen hijos estudiando Medicina -siempre según consta en las diligencias abiertas- y le habían dado orden a la limpiadora para que se deshiciese de la "basura" del sótano. Según la Guardia Civil, los restos humanos, tras realizar las debidas comprobaciones, estaban reglados, y sus dueños -hasta la intervención de la limpiadora- contaban con permiso para manejarlos.

La empleada del hogar, en vez de tirar a la basura los restos óseos, se los entregó a su pareja, quien decidió utilizarlos con un fin más que dudoso: enterrarlos en la finca de los familiares con los que mantiene una disputa y generarles así cierto jaleo, aparte de darles un buen susto. Hasta llegar a esta conclusión, los agentes manejaron varias hipótesis, como que se tratase de huesos de personas desaparecidas, más aún cuando se encontraron junto a un coche abandonado, un Ford Sierra de color blanco.

En Carreño no es la primera historia macabra relacionada con huesos que se da. Un caso parecido ocurrió en Candás hace siete años, cuando una calavera apareció en el jardín de una vivienda abandonada, la conocida como "La Academia", que regentaba el profesor perlorín Ángel Junquera, fallecido la pasada semana. Entonces, aunque los indicios apuntaban también a restos de prácticas de Anatomía Forense, las investigaciones condujeron a la práctica de ritos satánicos y juegos de "ouija" por parte de jóvenes que se introducían en la vivienda sin permiso.

Esta versión cobró importancia cuando se supo que los propietarios ya habían presentado varias quejas por la presencia de "okupas" en el inmueble. Entonces, el hallazgo se produjo a plena luz del sol, cuando un operario de limpieza municipal realizaba labores de poda y saneo en el patio trasero de la vivienda.

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