Lo que Iván Posse y su familia tienen en el garaje de su casa de Albandi es un belén monumental, de esos que quitan el hipo. Con más de doce metros cuadrados de extensión y unas 400 figuras es probablemente el nacimiento casero más grande de todo Carreño. Pero, más que su tamaño, lo que en realidad sorprende es su contenido. En el belén nada está puesto al azar; todas las imágenes cumplen una función dentro de la estructura y las construcciones están hechas a mano, cuidando hasta el más mínimo detalle. Por si fuera poco, también hay figuras en movimiento y efectos especiales y sonoros, que dotan de mayor realismo a la escena. El artífice de esta joya navideña es el candasín Iván Posse, que asegura que desde hace cuatro años monta el nacimiento con mucha pasión. Y eso se nota.

"El año pasado lo hice casi todo. Empecé a trabajar ya en enero y comenzamos a armar el belén en agosto. Estas Navidades fue todo más rápido, porque sólo me faltaban los retoques", explica Posse mientras su creación se pone en funcionamiento. Es de día y los personajes están en plena faena: el panadero hornea el pan, un hombre cocina un cerdo, las gallinas comen sobre el verde... Hasta que el sol va perdiendo fuerza y sale la luna; las casas se iluminan y el poblado se queda prácticamente en silencio. Compaginar todos esos movimientos, luces y sonidos es quizá lo más difícil. "Una cosa es lo que se ve y otra cosa muy distinta es lo que hay debajo de la mesa: más de 200 metros de cable y una bomba de agua con dos grifos", describe. Y es que además de los elementos típicos, como son el portal de Belén y el castillo de Herodes, también hay un río con cascada, que recorre prácticamente todo el nacimiento.

Para la elaboración de las maquetas, Iván Posse empleó espuma de poliuretano y poliespán, siguiendo las instrucciones de un foro belenista al que se unió en internet. "Empecé hace cuatro años con ello y vi que la mayoría de profesionales utilizaban estos materiales para hacer el paisaje y las casas. No es difícil; si lo rascas, obtienes madera, y si lo golpeas, piedra. Y luego todo ello lo pintas a tu gusto", comenta el candasín. Para todo ello, ha sido clave la colaboración de su mujer, Cristina García, y de sus dos hijos, Jairo, de 9 años, y Carla, de 2. En familia disfrutan montándolo. "La gente nos dice que después de tanto trabajo que por qué no lo dejamos puesto en vez de desmontarlo, pero a nosotros lo que más nos presta es poder armarlo cada año", expresa García.

Ahora el objetivo de esta familia es seguir mejorando su belén. "Espacio ya no tenemos más en casa, pero sí que he pensado en cambiar la estructura todos los años. Hay que avanzar, porque si no hay estructuras que se van quedando obsoletas", dice Posse. De hecho, su sueño sería no montar un nacimiento abierto, como el que tiene, sino uno de escenas, en el que poder ofrecer más detalle. Y eso que el belén actual ya maravilla a muchos vecinos del concejo.