Las aficiones del Sporting y el Real Oviedo, antagónicas por naturaleza, rinden sin embargo un homenaje semanal, quizás sin saberlo, al mismo hombre: un poleso que trazó un vínculo indeleble en ambos clubes sin haberse enfundado jamás la zamarra azul ni la rojiblanca. Este poleso en particular se llamaba Rafael Moro Collar, aunque todos los aficionados a la música le conocen por su nombre artístico: Falo Moro.

El mismo nombre con el que firmó los himnos del Real Sporting de Gijón y del Real Oviedo, amén de partituras tan populares como “Campanines de mi aldea”. Unas partituras que ahora, merced a la generosidad de las hermanas del compositor, pasarán a ser propiedad de todos los vecinos del concejo de Siero.

Apenas unos días atrás, el Pleno sierense aceptó la donación del legado de Moro, suscrita por las tres hermanas del compositor que aún viven: Pepita, Conchita y Margarita. Un legado que incluye más de 150 partituras, entre las que se incluyen las de buena parte de las piezas más relevantes del prolífico compositor, que a lo largo de su vida se estima que escribió más de 1.500 piezas, desde pequeños “jingles” publicitarios hasta una zarzuela.

Estas composiciones estaban, en su gran mayoría, en poder de Pepita Moro, quien vivió con su hermano en los últimos años de vida de éste (fallecido en 1996 a los 85 años de edad) y que guardaba todo aquello que había podido encontrar de la trayectoria del compositor. “En nuestra familia, todos cantamos muy bien y tenemos muy buen oído”, relata Pepita Moro. Tanto sus padres como todos los hermanos Moro Collar estuvieron siempre muy vinculados a los colectivos musicales de la Pola. Y un sobrino nieto del propio Falo Moro es hoy un destacado tenor con fama internacional: Juan Noval-Moro.

Relación estrecha

Pero de los doce hermanos Moro Collar (sin contar a los cuatro que murieron al nacer o a muy tierna edad), Pepita y Falo siempre tuvieron una relación especial, más estrecha. “Ella sentía adoración por Falo, lo cuidó en sus últimos años”, explica la hermana de ambos, Conchita. Por ello, Pepita fue la garante del legado de su hermano al fallecer el compositor.

Entre las composiciones que conservaba Pepita estaban decenas de canciones, incluyendo los himnos de los dos “grandes” del fútbol regional, y la zarzuela cinematográfica “Shira”. Una composición que, según explican las hermanas Moro Collar, podía escenificarse dentro de unos meses en la Pola, si fructifica una iniciativa de un grupo de vecinos que está tratando de poner en pie la producción.

Otras muchas partituras del compositor poleso, no obstante, se fueron perdiendo por el propio carácter despreocupado de Falo Moro. “Era un bohemio, salía con la guitarra y podía tardar dos días en volver. Y las partituras se las regalaba a cualquiera”, afirma Pepita Moro. “Cuando estaba en Madrid se le rajó uno de los zapatos. Nuestra madre le envió dinero para que se comprase otros, pero él tapó el agujero con una partitura y se lo gastó en salir por ahí”, relata Conchita Moro.

Hace unos años, un amigo de la familia, Agustín Rodríguez, tomó la responsabilidad de organizar todo ese legado. “Pepita lo tenía guardado todo en un baúl. Pero estaba todo desordenado, y Agustín tuvo la iniciativa de analizar todos los papeles e ir organizándolos”, explica Conchita Moro.

Rodríguez trabajó sin descanso, y de manera desinteresada, catalogando y organizando todas las partituras y diversas fotografías del compositor. Además, logró incrementar esos fondos con otras partituras que pudo ir recuperando de fuera del núcleo familiar.

Cuando el trabajo de catalogación ya estaba muy avanzado, la familia Moro acordó donar esos fondos al Ayuntamiento de Siero. “De doce hermanos que éramos, sólo quedamos tres, y ya somos muy mayores. Cuando nosotras faltemos, queremos que todo el legado de nuestro hermano Rafa se conserve, y pensamos que debía ser público”, concluye Conchita Moro.