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"Esta imagen necesita una rehabilitación, ha sufrido daños"

Aurora Ardura basa su argumentación en su singular estofado, una técnica de pintura en dorado que en este caso se utiliza para crear una imitación del repujado del cuero en la coraza de legionario que lleva el santo. "Esa técnica, con ese puntilleado tan peculiar, la introduce la Escuela Granadina entre los siglos XV y XVI. Y los ojos, con esas oquedades, también son típicos de allí. Pero para precisar la datación habría que hacerle pruebas", explica la restauradora, que lamenta la pérdida de los libros de fábrica de la iglesia noreñense, que podrían aclarar el origen de la talla.

De lo que no le cabe duda a Ardura es del valor de la imagen. El cuidado enlucido y la delicadeza de los detalles avalan la impresión de que este San Expedito puede ser una obra producida en algún taller de cierto relieve.

En cuanto a las actuaciones que está llevando a cabo, Ardura precisa que únicamente está limpiando la talla. "Esta imagen lo que necesita es una rehabilitación, porque ha sufrido diversos daños. Ha perdido la parte de arriba de la palma y la corona, y en varios sitios se le ha ido el enlucido por la humedad. Además, he encontrado unos restos que proceden de humo de vela", explica Aurora Ardura.

Estos restos de humo podrían proceder de su exposición en la propia iglesia de Noreña. Algunos feligreses aún recuerdan la imagen, que décadas atrás estaba expuesta en el templo. Pese a que la iconografía no es de las más usuales, la palma que porta el santo, un elemento singular que se ha perdido en su mayor parte, hace la talla especialmente memorable para los feligreses noreñenses.

En su examen, Aurora Ardura ha precisado otros aspectos de la imagen. El San Expedito de Noreña mide 96 centímetros, de la base a la testa. Para realizar la talla se usaron tres piezas distintas de la misma madera, pino silvestre. La imagen fue posteriormente enlucida por manos expertas, apreciándose incluso a simple vista, en la parte inferior del manto, la tela usada como soporte para el enlucido.

Los ojos son semiesferas de vidrio, engarzadas en las cuencas de la propia talla. Aparte, la imagen tenía en origen una corona (de la que se conservan los enganches en la parte de atrás de la cabeza), y portaba la citada palma, símbolo de su martirio, de la que se conserva únicamente la parte de abajo. El santo lleva sobre el pecho, entre las manos, una cruz de Trinidad que recuerda a la Cruz de la Victoria.

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