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Valles del Trubia

Quirós, capital industrial en el olvido

Se cumplen 145 años del arranque del primer alto horno de la siderurgia local, hegemónica en España hasta que murió por su elevado coste y la competencia vasca

El 20 de julio de 1870, hace hoy 145 años, una gran humareda comenzó a salir por una inmensa chimenea en la zona de Torales. El primer alto horno del concejo estaba en funcionamiento. Los artífices de esta arriesgada empresa eran los ingenieros franceses Gabriel Heim y Remigio Thiebaut. El primero llevaba varios años investigando la riqueza mineral del concejo. Carbón, mineral de hierro y caliza abundaban en la zona cercana a la flamante acería. El segundo dirigió las obras y la Fábrica de Fundiciones de Quirós, que así pasaba a formar parte de la nueva industria asturiana que dominaría la siderurgia española.

No hay constancia documental de una inauguración, pero casi con toda seguridad las autoridades del concejo, los representantes de la sociedad civil y de la empresa asistieron a dicho encendido o a la salida de la primera colada que vertió dicho ingenio siderúrgico. El arcipreste de Quirós oficiaría un oficio religioso y bendeciría las instalaciones, que constaban de varias naves para albergar todos los mecanismos y maquinarias que hacían que aquello funcionara. La "gran fragua de Quirós" ya estaba activa.

Dos años de obras y cientos de obreros participaron en la construcción de la acería. Primero, la explanación del terreno y la construcción de un gran muro de contención que permitía sujetar la ladera y construir una explanada que servía de plaza de abastecimiento del horno. Toneladas de mineral de hierro, carbón y caliza se acopiaban en ella para alimentar aquel primer alto horno, al que siguieron otros dos en años posteriores.

Técnicos extranjeros se instalaron en Quirós para dirigir las obras. Carpinteros italianos, ingenieros y capataces franceses, junto con canteros y tejeros gallegos y vascos se afanaron en dirigir la mano de obra local, no cualificada, para ir dando forma a esta nueva empresa. Más tarde se unirían a ellos los fundidores y técnicos siderúrgicos, que fueron los encargados de que aquella chimenea fuera bien alimentada y que del crisol saliera aquella masa incandescente.

Heim era socio representante de la Compañía Chauviteau, propiedad del empresario y banquero Ferdinand Chauviteau, vizconde de Bougy. El técnico francés llegó al municipio quirosano en el año 1856 desde Llanera, donde su empresa poseía también minas y donde se casaría al año siguiente con una vecina del lugar. Capital extranjero en busca de territorios propicios para obtener buenos beneficios. Este fue el nacimiento de la Société Houillere de Quirós. El presupuesto inicial fue de 11 millones de reales.

La siderurgia quirosana surgió con el auge que tenía en Europa este tipo de industria. El País Vasco y Asturias pugnaban por la producción nacional, la primera región condicionada por las guerras carlistas y por la escasez de combustible, por lo que tenía que importar carbón asturiano. Asturias tuvo la hegemonía siderúrgica en España entre los años 1856 y 1879. Innovaciones, cambios en la producción y las fluctuaciones de oferta y demanda condicionaban la vida de estas acerías.

En aquella época se buscaban los minerales y se construían los altos hornos en sus cercanías para facilitar el acopio. Pero esto, en muchos casos, como en Quirós, significaba estar aislado de los lugares de transformación y un gran coste en transporte. Sin embargo, el consumo de combustible (carbón, hierro, caliza, coque) era tan elevado en relación con el producto final obtenido (lingote) que las industrias situadas junto a las explotaciones hulleras y de mineral de hierro no tenían competidor. Así se aprovechaban de lo que llamaron "renta de situación". La abundancia de hierro y carbón en el concejo, unida a la presencia de arcillas ordinarias para la fabricación de ladrillo, así como la presencia de dolomías para el revestimiento magnesiano y arenas cuarzosas para elaborar ladrillos refractarios, facilitaron las decisiones.

Diversos problemas financieros y de planificación hicieron que la empresa fundadora vendiera sus minas de Quirós a la Compañía Minas y Fundiciones de Santander y Quirós, que comenzó a extraer carbón en 1868. Los nuevos propietarios decidieron entonces construir una acería al lado del río Quirós, en la zona de Torales. Bajo la dirección de Remigio Thiebaut comenzaron las obras el 1 de agosto de 1868, para dos años más tarde encender el primer alto horno.

Se levantaron tres altos hornos, aumentando la capacidad sucesivamente. El 20 de julio de 1870 entró en funcionamiento el primero, que producía 10 toneladas de lingote al día. La gran chimenea se elevaba doce metros y medio. Su producción encontró un buen cliente, Fabrica de Mieres, que se encontraba con problemas para surtirse de mineral vizcaíno. Carros de tracción animal llevaban los lingotes hasta Trubia por la carretera habilitada al efecto en 1864. Allí el tren los acercaba hasta las instalaciones mierenses.

El segundo horno, con mayores dimensiones y productividad, aumentó en cinco toneladas la producción y la altura en dos metros. Se encendió el 7 de agosto de 1875, hace ahora 140 años. De estos dos hornos se obtenía lingote de afino con los minerales del concejo. También se producía lingote de moldería. Su cualidad más destacable era la calidad pese al enorme gasto de cok y el desgaste del horno, con el riesgo de bruscos cambios en la marcha y en el producto.

Al reducirse los pedidos la empresa entró en crisis. En 1877 apagó los altos hornos para reorganizarse. Habían funcionado siete años y produjeron 21.393 toneladas de lingote durante esos años. Fábrica Mieres limitó el consumo del lingote de Quirós cuando concluyó el ferrocarril desde Gijón a Pola de Lena en 1874. La nueva etapa de expansión obligó a terminar las instalaciones de Quintana, en Trubia, para convertir allí en hierro dulce el lingote procedente de Quirós. Una división a la inglesa de una misma fábrica. Se mantenían los altos hornos al lado de las materias primas, carbón y hierro, y los talleres de afino y los operarios más cualificados junto a las vías de comunicación. En 1882 la empresa volvía a estar a pleno rendimiento. En 1883 se concluyó la reconstrucción del horno alto número 2, y el más antiguo se abandonó definitivamente por obsoleto. El tercer horno alto se construyó en el sitio del segundo y tenía un rendimiento de 25 toneladas diarias y una altura en su chimenea de quince metros. Construido por el sistema Buttgembach, de camisa libre con ladrillo inglés y montado sobre escuadras de fundición. El volumen de la cuba llegaba a 140 metros cúbicos. Contaba con estufas sistema Karcher y dos máquinas soplantes horizontales y tres calderas.

El cok y los minerales se subían en carros hasta el tragante. Los hornos se cargaban por arriba en capas. El coque como combustible, otra capa de caliza o dolomía como fundente y otra de mineral de hierro. Este era extraído en el yacimiento de Los L.lamargones. Por la parte inferior, se introducía aire caliente al interior para alcanzar una temperatura de 1.600 ºC. Se extraía el oxígeno de la mena de hierro obteniendo así hierro bruto. El hierro líquido se recogía en lingoteras a una temperatura de 1.400 ºC.

A un par de kilómetros, en Santa Marina, existían dos baterías de hornos de cok. Cada batería tenía doce hornos con una producción diaria de 25 a 30 toneladas. Cantidad insuficiente para cubrir las necesidades del alto horno y de la fábrica. Se complementaba la producción con cok extraído en pilas al aire libre. El producto era de gran densidad y cohesión, mejor que el que se obtenía en Mieres y en La Felguera.

Pese a ser una instalación nueva, nacía con graves problemas. La lentitud de alimentación a los hornos significaba mayor consumo de cok y un precio final más alto. La producción diaria era muy escasa, 20 o 25 toneladas. Sus fábricas de Quirós y de Trubia se quedaron anticuadas y necesitaban inyectar dos millones de pesetas de capital para modernizar las instalaciones. La crisis por la competencia de las siderúrgicas vizcaínas provoca el cierre de la fábrica y la disolución de la sociedad en 1887.

En 1889, Numa Guilhou compra la instalación por 750.000 pesetas, incorporándola así a Fábrica de Mieres. De Quirós esperaba sacar el lingote más barato para rentabilizar su adquisición. En 1890 se reenciende el alto horno de Quirós como instalación auxiliar de la Fábrica de Mieres hasta el año 1908, en que se apaga. Se especializa en hierro barato para puentes, edificios, rejas y techumbres de mercados. La acería quirosana, con un solo horno encendido, alcanzó en 1902 una producción de 5.661 toneladas de hierro laminado y 7.412 de cok.

Cuarenta años discontinuos de siderurgia en el concejo quirosano, que lo llevó a pasar de un sistema económico y social casi medieval a estar en la vanguardia industrial de Asturias junto con las cuencas centrales. Altos hornos, minas de hierro y carbón, carretera, tren. Cientos de empleos en la industria y minería y un gran aluvión de nuevos vecinos, seis mil en aquellas décadas. Una historia casi olvidada y poco conocida en el propio municipio y en el resto de la región.

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