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Pravia

La segunda vida de las vegas del Nalón

El terreno praviano resurge como motor económico conjugando sus tradicionales fabas con nuevos cultivos como el kiwi

Un trabajador, en la finca de kiwis de Ignacio Suárez en Los Llerones. S. ARIAS

Tierra blanda y negra. Así son las vegas del bajo Nalón, un terreno óptimo para la producción agraria y que desde hace siglos surte de todo tipo de alimentos a los vecinos de la zona mediante pequeñas huertas de autoconsumo y venta en el mercado de Pravia. Unos cultivos de verduras y hortalizas que han dado paso a una nueva imagen en la zona. En la vega son pocas las huertas y más las fincas plantadas con faba y kiwi. Un cambio, una evolución en el tejido productivo de la zona, que se está convirtiendo en un nicho de desarrollo rural, creando una economía y puestos de trabajo.

Pero no se trata sólo de sembrar y recoger. En las vegas del Nalón hay que mirar al cielo y confiar en que las lluvias no desborden el río. Además, los productores se enfrentan ahora a la negociación con el Principado para definir el trazado de una vía entre Soto del Barco y Pravia, que no afecte a sus plantaciones.

Ésa es la radiografía general de las vegas del bajo Nalón. Una suerte de terrenos fértiles en los que muchos ven el futuro de la zona. Atrás quedan los tomates, pimientos, cebollas, patatas y berzas. "Ahora hay muy pocas huertas, la gente ya es mayor y los jóvenes no quieren trabajar la tierra", afirma Cruz Varela, productora de fabas de Los Cabos. La mujer mima con celo sus legumbres, distribuidas en tres huertas. La mayoría de plantaciones de faba pertenecen a familias de la zona que venden parte y se quedan unos kilos para el consumo familiar del año. Y entre las fabas también crece el maíz, que destinan al alimento de los animales.

Las fabas son uno de los emblemas de Pravia "y sobre todo las de Los Cabos, que me perdonen...", dice Varela. Un producto de arraigo y venta fácil, destinado principalmente a la hostelería. Aunque se trata de una legumbre delicada y con numerosos enemigos: desde las plagas y hongos que la atacan cuando hay humedad a los cuervos que se las comen, los jabalíes que las tiran abajo y el Nalón, que mantiene en vilo a los productores en las épocas de lluvia. De hecho, en Los Cabos piden una especial protección, la construcción de una escollera ya que el actual curso del río inunda y parte por la mitad este terreno de huertas. "Es lo que más necesitamos", dice la alcaldesa de la parroquia rural, Manuela Martínez.

Y este año la cosecha está al límite. Hasta septiembre el cultivo evolucionó muy bien, con cajinas (vainas) con cinco y siete fabas de buen tamaño. Pero la ciclogénesis explosiva y el fuerte viento que sopló en la zona en las últimas semanas ha tumbado muchas plantas. Varela espera que a partir de ahora luzca el sol necesario para que las fabas tomen su último impulso.

Los problemas de inundaciones también afectan las vegas de Santianes, Peñaullán y Forcinas. Allí también hay fabas, pero el principal cultivo de la zona es el kiwi. Un fruto de las antípodas que llegó a Pravia en 1978, casi de casualidad. Corría el año 1977 cuando Luis Marcos, Mariano Blanco y Armando Fernández conversaban en un mercado sobre frutos y decidieron pedir plantas de kiwi, que no llegaron hasta el año siguiente. Las plantas se aclimataron a la zona y comenzaban a crecer en los huertos de las casas a la par que surgían las primeras plantaciones grandes. A principios de la década de los noventa fue el despegue. Hoy, el 60 por ciento de la producción anual asturiana sale del bajo Nalón.

"Es una zona apta para la producción del kiwi por la orografía, con fincas llanas rodeadas por el río, por lo que tienen abundancia de agua", explica Alejandro Lechado, presidente de la asociación asturiana de profesionales del kiwi (AAPK). Una tierra fértil por la sedimentación del río durante siglos, que le aporta ricos nutrientes. Además, las montañas que enmarcan el valle del bajo Nalón ofrecen protección a los cultivos.

Este joven productor inició hace cinco años su proyecto agroalimentario y hoy cuenta con 50 hectáreas en producción y una central de conservación y empaquetado en Santianes. Y lo tiene claro, el kiwi es un producto de futuro en el bajo Nalón: "Trabajándolo bien, con mucha calidad, se pueden conseguir kiwis de buen tamaño y sabor", declara.

En cualquier caso, el sector debe luchar para imponer su producto en el mercado nacional. Las grandes plantaciones de Italia, Grecia y Francia suponen un enemigo para los productores asturianos. Más teniendo en cuenta que este año estiman que los tres países europeos lanzarán al mercado entre un 15 y un 20 por ciento más de producción respecto al año pasado. "Por eso tenemos que hacer las cosas bien y con mucha calidad, para poder defendernos bien en el mercado", opina.

Y este año el esfuerzo parece que dará resultados. Con una campaña sin serias complicaciones meteorológicas, las plantas estarán listas para recoger los frutos en dos meses. Ya presentan un buen tamaño, entre medio y alto. "Fue importante hacer bien el aclareo, que consiste en quitar los kiwis que no cumplan los mínimos. Es muy importante, y si se hace bien siempre se traduce en una buena cosecha", añade.

Así las cosas, las vegas del bajo Nalón viven una segunda vida dando las buenas fabas de toda la vida y nuevos frutos como el kiwi. Potenciar su desarrollo agrario y profesionalizar el sector son las claves de su futuro.

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