La industria cárnica de Noreña afronta un proceso de renovación trascendental. La combinación entre el necesario relevo generacional, las consecuencias de la crisis y el interés creciente de las empresas por modernizarse y ampliar sus canales de distribución ha propiciado una renovación nunca antes vista en las empresas del pujante sector cárnico y chacinero de la Villa Condal.

El último ejemplo, quizás también uno de los más expresivos, de esta renovación llega de la mano de la Asociación de Industrias Cárnicas del Principado de Asturias (Asincar), que en colaboración con el Gobierno del Principado y la Federación Asturiana de Empresarios impulsa un novedoso programa de formación dual para que las empresas puedan cubrir las vacantes por las jubilaciones con personal formado.

Uno de los doce jóvenes que participan en este primer programa de formación dual es el noreñense Alejandro Puente. A sus 26 años, el noreñense llevaba nada menos que cuatro en el paro. Aunque previamente había trabajado en una pescadería y en la venta de embutidos, este programa ha sido su puerta de entrada al sector cárnico.

Puente está contratado por la empresa Juntamar, aunque diez de las cuarenta horas semanales de trabajo las pasa en el Centro Tecnológico de Asincar, en el polígono de la Barrera, donde estudia para sacarse el Certificado de Profesionalidad de Carnicería y Elaboración de Productos Cárnicos. "Es una buena oportunidad. Tengo un año de contrato con la empresa y en paralelo voy a clases, dos días a la semana", explica el joven.

El noreñense reconoce que le está costando adaptarse a la dinámica de la empresa cárnica, aunque se le ve feliz por tener un trabajo con recorrido: "Madrugamos mucho y estos primeros días acabo algo cansado, son muchas horas de pie y no estoy acostumbrado. Pero estoy muy contento", sostiene.

Entre sus compañeros en Juntamar, el joven tiene buenos ejemplos de personas que han completado toda su carrera en el sector. "Llevo 41 años trabajando aquí, empecé con 23, cuando la empresa aún estaba en la otra fábrica. Eran todas mujeres mayores, como de 80 años, menos yo", explica Ana Cuesta.

Antiguamente, los trabajos dentro del sector pasaban de padres a hijos, algo que aún se aprecia en la dirección de muchas empresas pero ya no tanto entre los trabajadores.

La crisis, por su parte, ha propiciado que muchas personas que habían hecho carrera en otros sectores hayan tratado de entrar en una cárnica. "Mi padre trabajó en esta empresa hasta que se jubiló, pero yo sólo llevo cuatro años aquí. Quedé sin trabajo por la crisis y me contrataron", explica Aurelio Cuesta.

Los propios empresarios certifican esta mayor amplitud del mercado laboral. "Cuando cerró Chupa-Chups, teníamos el despacho lleno de currículos de los trabajadores", explica Chema Salgado, de Friocarne. La situación de este empresario es singular, ya que es de los pocos que no tiene detrás una tradición familiar vinculada al sector cárnico: "Es cierto que en Noreña hay mucha tradición familiar en el negocio, pero también, y esto se observa mucho en hostelería, llega un punto que los hijos no quieren dedicarse al negocio de sus padres, porque tienen más formación o porque saben que requiere mucha dedicación. No es sólo una cuestión generacional, es más complicado".

Aquilino García Nuño, propietario de "El Chico", representa a la tercera generación de una familia que siempre ha trabajado en el sector. Además de las singularidades que pone de relieve Salgado, García Nuño pone el acento en la necesidad de las empresas por contar con personal cada vez mejor formado: "Los controles sanitarios son cada vez más estrictos, sobre todo para exportar. Y también es importante contar con un producto diferenciado. Para ello, necesitas a gente formada y también tenemos que poner en valor el sector, porque España es el segundo productor europeo de porcino y el cuarto a nivel mundial", explica.

En esta estrategia formativa, contar con Asincar es clave para el sector. La posibilidad que da la asociación a las empresas de preseleccionar al personal y darle una formación simplifica mucho la búsqueda de personal, que cada vez más se canaliza a través de Asincar.

No obstante, la crisis también ha propiciado una inesperada movilidad dentro del sector. Es el caso de María Dolores Nachón, que tras varios años regentando una carnicería en Gijón tuvo que cerrar y retornó a Noreña para trabajar en Juntamar. Precisamente la misma empresa en la que había trabajado, varios años antes, su madre.