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El poleso que se casó con los bolos

Tino Vigil lleva toda una vida dedicada al deporte autóctono, pasión que el club Kayak ha reconocido con la "Gallineta de oro"

El poleso que se casó con los bolos

"En más de una ocasión valoré los pros y los contras del matrimonio y de los bolos, y siempre me quedé con los bolos". Así, con su habitual tono de humor y esfuerzo por ilustrar sus argumentaciones, explica el poleso Tino Vigil su pasión por la cuatreada. Una afición que heredó de su abuelo Celestino, del cual también recibió el nombre y el mote de "Tino el Carbo", y que hoy conserva en su máxima expresión como presidente y jugador de la peña polesa El Biche.

Vigil nació el 7 de junio de 1945 en Pola de Siero y desde que tiene consciencia frecuentó las boleras. Sus primeros recuerdos son los de su abuelo, "un gran manista que dio guerra con más de 70 años", y en su juventud solía improvisar canchas en distintos rincones de la villa para echar unas partidas con sus amigos. "Llegamos a hacer hasta diez boleras", explica este poleso de pura cepa que en 1962 fue testigo de los inicios de la Federación Asturiana de Bolos como jugador. "Empecé en la peña La Tertulia del bar El Chalupu de La Carrera y luego pasé por las peñas de Nava, Siero y, finalmente, El Biche desde mediados de los ochenta hasta ahora", explica.

Por el medio, un paréntesis entre los años 60 y 70 dedicado casi plenamente al fútbol. La ausencia de categorías inferiores del Siero hizo que se crearan dos equipos juveniles: el de Les Campes y El Carbo, capitaneado por Vigil. De ahí, Tino pasó al Feleches y luego al Siero Juvenil, y más tarde a los regionales de Lieres, Sariego, con el que ganó una Copa Diputación, y el Valdesoto.

Pero el sitio de Tino, sin duda, estaba en la bolera. "Mi etapa del fútbol coincidió con la falta de bolera en la Pola", recuerda, mientras ojea una de las muchas fotos antiguas en las que Raimundo Sánchez "Cajetilla" tiene un lugar predilecto. "Fue un mito del que todavía hoy se habla, pese a que murió en 1949; por algo será", apunta, en referencia a un jugador sobre el que ha investigado y a quien ha dedicado versos, además de ser uno de los fundadores y organizador del memorial que da nombre a esta leyenda del deporte local, uno de los torneos más prestigiosos de la región.

Precisamente la poesía, los chistes y los idiomas son otras de las aficiones de este fontanero que continúo junto a sus hermanos con el negocio familiar iniciado por su padre Sabino y ahora presume de tener bien lleno el tiempo libre propio de su jubilación. "Estoy en una edad en la que ejercitar la mente es bueno y procuro hacerlo", comenta.

Toda una vida de dedicación que no es obviada por los diferentes sectores de la sociedad polesa, especialmente el deportivo, y prueba de ello es la "Gallineta de oro" que el club Kayak Siero le entregó el pasado fin de semana y por la cual se siente "enormemente agradecido".

El acto de entrega de la distinción dejó patente el amplio anecdotario del premiado, que algún día espera escribir, y que provocó las carcajadas del grupo con una anécdota vivida cuando, siendo un chaval, encontró junto a sus amigos una granada de mano en el río. "La llevamos al cuartel, la posamos como un pisapapeles en el mostrador y el renombrado soldado Ferreiro echó a correr escaleras arriba", relata Vigil, que ejemplifica así la inconsciencia de la época.

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