Educar reforzando las emociones positivas, animando y no derrumbando, hacerlo en igualdad y advirtiendo problemas como el acoso. Son algunos de los temas que se debatieron, ayer, en la tercera edición de las jornadas de adolescencia de Pravia. Una cita que congregó a padres y madres, pero también a jóvenes, en la sala polivalente de la biblioteca municipal "Antón de la Braña". Unos asuntos en los que internet y las redes sociales cada vez tienen más protagonismo.
"Las redes sociales son un instrumento potente, eficaz y productivo, pero es tan bueno que se nos puede escapar de las manos. Por eso es fundamental la construcción de la identidad, para que no sea disuelta", afirmó María Teresa Alonso, directora del Centro de Profesorado y Recursos de Oviedo. La experta ofreció su visión sobre una escuela de iguales como espacio de relación. "Una escuela igualitaria es aquella que potencia todas las capacidades del alumnado sin diferencias y que, además, facilita la exteriorización del talento".
Teresa Alonso hizo hincapié en la necesidad de "nombrar a las cosas por su nombre, para que existan y sean visibles", en relación al sesgo de género con el que se educa aún en muchas aulas. Todos esos factores fortalecerán la identidad de los adolescentes, que se conocerán mejor a sí mismos, y les permitirá una prevención ante los riesgos que puedan ocurrir en la red. "Es la forma de que sean menos vulnerables, con una construcción sólida de su identidad, conociendo cuáles son sus valores, capacidades y deseos".
Uno de los principales problemas que enfrentan familias y centros educativos en la adolescencia es el acoso. De ahí que María Paloma Alonso, del Servicio de Orientación Educativa y Formación del Profesorado del Principado de Asturias, considera necesaria la tolerancia cero: "Al acoso hay que darle la importancia que tiene".
Un acoso que se produce por múltiples causas y genera situaciones de aislamiento o humillación, entre otros. "El acoso son acciones negativas reiteradas sobre una persona", detalla Paloma Alonso. Una situación generada por adolescentes con baja tolerancia a la frustración o que han visto momentos de violencia en casa. De hecho, "muchos de los acosados se convierten en el futuro en acosadores".
De ahí que la experta insista en la necesidad de que haya comunicación familiar para detectar posibles casos, tanto para las víctimas como los agresores. "Los niños acosados somatizan, muestran tristeza, ansiedad... Funciona con el mismo mecanismo que para los adultos". Así, Alonso propone educar para prevenir estos comportamientos y para detectarlos en el entorno.
