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Ferroñes, a la sombra de los tejos

La parroquia, de pasado minero y ganadero, conserva sus árboles majestuosos y está dando un fuerte impulso a sus fiestas, recuperadas tras años de inactividad

José Manuel Ramos, Isidro González, José Ramón González, Victoria González, José Manuel Díaz y Blanca Rodríguez, en el centro social. M. N.MORO

Hay muchas cosas del pasado de la parroquia llanerense de Ferroñes que no se pueden recuperar, como las minas de carbón y de cobre, de las que no queda actividad y se conservan apenas algunos vestigios, o la rica actividad ganadera, que ha ido menguando hasta ser casi testimonial, como ha venido ocurriendo en la mayoría del campo asturiano.

Existen otras, sin embargo, que permanecen en pie, o que los vecinos han empezado a recuperar con vigor. Entre las que resisten están los tres tejos centenarios que se han convertido en una de las señas de identidad de la parroquia llanerense.

"Hay una ruta para visitarlos y la gente viene a verlos, son un atractivo para la parroquia", asegura Bibiana Díaz. Ella es, junto con Rocío Estévez y Cristina Rodríguez, responsable de la recuperación de las fiestas locales de la parroquia. Las fiestas de Ferroñes habían desaparecido durante mucho tiempo después de unos años de mucha altura, y ellas decidieron que el pueblo merecía recuperar la celebración de su patrón, San Lorenzo, el segundo fin de semana de agosto. "Las fiestas eran muy buenas, llegaba gente de todas partes; aquí llegaron a actuar Lolita y José Vélez cuando eran artistas de primera línea", explica José Manuel Elorrieta.

Ahora, la aspiración de sus impulsoras es que el pueblo se vuelva a sentir identificado con los festejos. Y parece que lo han conseguido. "Al principio costó un poco, pero la gente colaboró mucho y tuvimos gente de todas las edades", asegura Rocío Estévez.

Ferroñes tiene cerca de 200 habitantes y todos están orgullosos de la belleza de su pueblo y también de las impresionantes vistas que tiene. "Los días que hace bueno, desde la parte más alta se puede ver hasta la línea del mar, hasta Gijón", dice Silvestre Rodríguez. El pueblo, si el tiempo acompaña, puede ser incluso un peculiar sitio para ver los fuegos artificiales de las fiestas gijonesas.

Bien comunicado por ferrocarril, con apeadero de la línea Oviedo-San Juan de Nieva, Ferroñes tiene a gala, además, ser la sede de uno de los santuarios de los amantes de los callos: Casa Luis, donde es habitual la lista de espera para probar el plato típico.

Y si la ganadería está en horas bajas, hay que mencionar honrosas excepciones como la de Manuel Fernández, que cría en la parroquia llanerense, según sus propias palabras, "los mejores bueyes del mundo". Hipérboles aparte, son unos buenos ejemplares que ayudan a embellecer el ya hermoso paisaje de Ferroñes.

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