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Arbazal recuerda la batalla de Lepanto

La iglesia villaviciosina guarda un curioso exvoto, una pica y parte de una armadura que, según cuenta la tradición local, pertenecieron a un soldado del siglo XVI

Arbazal recuerda la batalla de Lepanto

Lo habitual es que los creyentes ofrezcan exvotos a la Virgen a la que profesan una gran devoción y fe y a la que veneran como símbolo de agradecimiento o promesa. Pero lo que dejan en el santuario de advocación mariana suelen ser piernas o brazos de cera blanca (si es a causa de una de estas extremidades por la que se pide la intercesión divina) u objetos personales de la persona afectada como puede ser un trajecito de bebé o un chupete, si la salud del niño ha estado en riesgo. Hay infinidad de ejemplos, aunque la mayoría van en esa línea y en el santuario de la Santa María de Lugás, de la que es párroco Agustín Hevia Ballina, se conservan muchos de ellos.

Lo que no es tan habitual es encontrarse con un exvoto como el que guardan en la iglesia de Santa María de Arbazal, en Villaviciosa. Se trata del peto y el espaldar de la armadura y la pica de un soldado que luchó en la batalla de Lepanto en 1571, según cuenta la tradición oral, porque no existen documentos escritos que confirmen esta procedencia.

La historia ha sido legada de generación a generación en el pueblo, lo que ha permitido que el recuerdo de aquel anónimo soldado y devoto se mantenga hasta la actualidad, aunque nada se sepa de él. Lo que cabe esperar es que "si participó en una batalla tan importante, lo ofreció a la Virgen en agradecimiento porque se vio en peligro", justifica el sacerdote y archivero de la catedral de Oviedo, Agustín Hevia Ballina. Y al salir a salvo de aquel cruento enfrentamiento entregó a la Virgen de las Angustias los refuerzos metálicos que le protegieron y la lanza con la que luchó. El cura argumenta que los exvotos tienen una doble finalidad: "pedir una gracia o agradecer esa gracia". Los tres elementos de hierro se conservan en buen estado a pesar de los siglos que han pasado.

Hevia indica que el papa Pío V, tras vencer las armas de la Liga Cristiana a las turcas en la batalla de Lepanto, instituyó la festividad del Rosario el primer domingo de octubre como conmemoración del triunfo. El pontífice añadió a la Letanía Lauretana la invocación de Auxilio de los Cristianos, vinculada desde ese momento a la plegaria y letanía de los fieles cuando rezan el rosario.

El santuario de la Virgen de las Angustias de Arbazal tiene una larga tradición vinculada a Puelles, Valdebárcena, Rozaes, en Villaviciosa, y a San Román y Santiago, en el concejo limítrofe de Sariego. Tiene una red devocional extensa y aunque a la vista no se conservan exvotos en el santuario, era habitual realizar este tipo de ofrendas a la Virgen. Se desconoce la procedencia del agradecido y devoto soldado, pues podía ser de la zona o encontrarse de paso, ya que este santuario se ubica en el alto de la Campa, en el camino de Santiago.

El ejemplo de aquel flujo de peregrinos es el mesón de 1640, cuyo edificio aún se mantiene en pie junto al santuario. En su fachada se conserva el escudo de armas del monasterio de Valdediós, explica Agustín Hevia Ballina. Fue construido por los monjes con dos objetivos: acoger a los hermanos que enfermaran para que pudieran huir de la humedad del cenobio ubicado en el antiguo Valle de Boiges y también para atender a los caminantes jacobeos. El sacerdote indica que las "órdenes militares siguen el estatuto del císter", cuyos monjes habitaron el cenobio maliayés. Por ello, el escudo lleva las cuatro cruces de Calatrava, Santiago, Alcántara y Montesa. Se da la circunstancia de que de Villaviciosa, concretamente de Coro, era el primer obispo de las órdenes militares. Se llamaba Casimiro Naredo Pando, concluye Agustín Hevia.

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