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Los clásicos resisten la lluvia

Medio centenar de motoristas se concentran en Candás pese al mal tiempo: "Nos da igual, lo importante es pasarlo bien"

Ana Álvarez, de 11 años, junto a su padre, Luis Álvarez. M. G. S.

La fina lluvia que ayer cayó sobre Candás no consiguió aguar la fiesta. La afición por las motocicletas clásicas hizo que medio centenar de valientes le plantaran cara al mal tiempo con el rugido de sus motores desde la céntrica plaza Hermanos Helio. "Nos da igual, lo importante es estar juntos y pasarlo bien", señaló el avilesino Diego Fernández, presidente de la Agrupación Motorista Asturiana, con sede en Tamón. La aventura consistió en una concentración en el puerto de la capital de Carreño, desde donde partieron en ruta hasta Avilés. La meta, no obstante, volvía a ser Candás para terminar con una gran comilona en el restaurante Santarúa. "Uno de los dueños es socio de la agrupación, así que siempre la celebremos allí", comenta Fernández.

Uno de los retos del colectivo es captar a jóvenes. Su presidente asegura que la locura por los clásicos sólo atrapa a "gente veterana". "Es difícil atraer a chavales si desde pequeños no crecieron en este ambiente", explica. En su caso, fue su padre el que le metió desde niño la afición por las venas. "Arregló la moto de mi abuelo, y hasta hoy. Es una MV Agusta del 65", dice señalando una motocicleta azul reluciente. Cualquiera diría que tiene ya 51 años.

Como él, Ana Álvarez, de 11 años, mamó desde pequeña el afecto por las motos antiguas. Lleva desde los 7 acompañando a su padre, Luis Álvarez, en todos los recorridos por Asturias. "Me gustan mucho y de mayor quiero conducirlas", confiesa esta vecina de Carreño, bien equipada con casco y chubasquero rosas. Su pasión se debe a una Vespa de color azul.

A la concentración tampoco faltaron las amigas Toñi Simarro y Julia Bueno, que fueron unas de las pocas mujeres que se atrevieron a subirse a los dos ruedas. "Llevamos desde los 17 años acompañando al chico y de paquete. Y así seguimos más de dos décadas después", confiesan entre risas. Las dos valoran de las motos su capacidad para ver mejor el paisaje. "A mí me gusta ir de ruta, despacio y observando todo lo que tengo a mi alrededor. Nunca me llamó la atención conducir, prefiero ir atrás y tranquila", explica Simarro, de Gozón.

Tocan las bocinas, suenas los motores... Es la hora (las 12:30) de agarrarse a las motos y ponerse en marcha. Comienza lo que más les gusta: sentir el viento y la lluvia, y disfrutar de Asturias a la velocidad que pida su ciclomotor. Para acabar con una buena fartura. En la actividad colaboró el Ayuntamiento de Carreño.

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