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Las "imprescindibles" de Candás buscan apoyo

Cáritas, pese a sus "recursos limitados" y sólo diez voluntarias, trabaja con personas en riesgo de exclusión y con ancianos

Por la izquierda, Juana María Riestra, María Teresa Cadenas, Purificación Fernández y Tita Artime, en la sede de Cáritas en Candás. A. F. V.

Decía Bertolt Brecht que "hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles". Las voluntarias de Cáritas en Candás son de esta última clase. En Carreño colaboran diez personas -nueve mujeres y un hombre-, que asisten y ayudan a unas 70 familias. Pese a que cuentan "con unos recursos limitados", los integrantes de la entidad, ligada a la parroquia de San Félix, suple esa carencia con "amor, trabajo y justicia".

"Para Cáritas vale todo el mundo", asegura con rotundidad Juana María Riestra, directora de Cáritas Candás, que lleva más de dos décadas colaborando con el rostro social de la parroquia. "Para trabajar en la asociación los voluntarios sólo tienen que acercarse a nosotros y realizar un curso de formación para especializarse en los campos que gestionamos", explica. En Carreño, Cáritas trabaja en dos líneas de acción fundamentalmente: acogida y mayores. En la primera, los beneficiarios son personas que se encuentran en situaciones precarias y faltos de recursos, y la labor de la organización es tratar de ayudarles a reencauzar su vida. En la segunda, los voluntarios hacen compañía y estimulan a ancianos que, por diversas circunstancias, pasan mucho tiempo en casa o sin casi actividad.

"Tenemos que escuchar y dar ánimos a la gente que está en acogida. Hay que incentivarles y motivarles para que puedan recuperar su estabilidad, siempre teniendo muy presente que quienes tienen que realizar el esfuerzo y quienes lo consiguen son ellos. Nosotras trabajamos con ellos, no para ellos", explica Riestra, quien admite que este tipo de tareas tiene una parte psicológica "muy importante".

"Lo más duro, sin lugar a dudas, es trabajar en acogida. Es muy complicado no involucrarte en los problemas que tiene la gente, porque les coges cariño y, al final, te llevas a casa ese problema", asegura Enedina Prendes, otra de las mujeres coraje que colabora en Cáritas. "Estuve seis o siete años realizando esas labores, pero tuve que dejarlo porque lo pasaba muy mal, y tampoco venimos a sufrir", reconoce esta voluntaria, que lleva unos doce años en la entidad.

Una situación parecida la vivió Purificación Fernández, quien tras varios meses en acogida, prefirió cambiar la línea de trabajo para no "angustiarme" con las vivencias de la gente. "Ahora trabajo para el taller de costura, donde hacemos diferentes artículos que después son vendidos en la exposición de labores que realizamos todos los años", relata la cooperante, con 18 años de experiencia a las espaldas. Esta muestra, en la que las voluntarias ponen a la venta algunos de los productos creados, es una de las pocas fuentes de ingresos con las que cuenta Cáritas en Candás; a ella se suman subvenciones municipales y diversas aportaciones particulares.

Con la experiencia que le dan los años, Riestra, asegura que en Cáritas han visto un importante cambio en el perfil de demandante de ayuda. "Percibimos que ahora la gente que nos pide colaboración son, en muchos casos, familias normalizadas en las que uno o dos de los miembros se han quedado en paro y no pueden atender sus necesidades primarias", relata. Para acceder a una ayuda, los solicitantes deben presentar documentación que acredite que se encuentran en una situación desfavorecida, un trámite que no siempre es fácil. "Entre nuestras tareas también se encuentra la de asesorar sobre cómo conseguir los certificados pertinentes, porque en muchos casos no saben", agrega.

Pero no sólo es el perfil del demandante el que ha cambiado, sino también la concepción que la población tiene de la entidad. "Antes había gente a la que parecía que le sentaba mal invitarles a participar en cualquier de nuestras actividades. Ahora la mentalidad ha cambiado y ya se unen sin ningún tipo de problema", asegura Cadenas. Donde más han notado este salto es en la predisposición de los ancianos. "Al principio eran muy reticentes, pero ahora se unen a las excursiones y actividades que organizamos", añade.

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