La concurrida calle Ildefonso Sánchez del Río de Pola de Siero fue ayer escenario de uno de los accidentes más aparatosos que se recuerdan últimamente en la capital sierense, aunque sin daños personales. Un vecino de Valdesoto de 55 años se disponía a aparcar en una de las plazas de la zona azul de la calle cuando, de repente, se empotró contra la luna de una tintorería de la zona.

El suceso generó gran confusión entre las numerosas personas que pasaban en aquel momento por el lugar, aunque, por suerte, nadie se interpuso en el trayecto del vehículo hacia el interior del local, en el que sólo se encontraba trabajando una mujer, curiosamente también vecina de Valdesoto.

Tras apenas un par de minutos de incertidumbre, los testigos pudieron comprobar que el suceso resultó más aparatoso que grave. A pesar de los grandes montones de cristales que se agolparon en la acera, tanto el conductor del vehículo, que dio negativo en la prueba de alcoholemia que le realizaron los agentes de la Policía Local, como la mujer resultaron ilesos. Por otra parte, el turismo apenas estaba un poco rayado en el lado derecho y con un pequeño daño en el retrovisor del mismo lado y, una vez retirado el coche a la zona de aparcamiento, los operarios municipales limpiaron rápidamente los cristales acumulados en la acera.

El propio conductor, que respiró al comprobar que no hubo ningún daño personal, explicó tras abandonar el interior del vehículo las causas del suceso. "Iba a aparcar y al pisar el embrague me falló el pie, luego me puse nervioso y cuando quise frenar toqué sin querer el acelerador", indicó el hombre, que aseguró que en los últimos días había padecido problemas de ciática, pero que en la mañana de ayer se veía en condiciones de coger el coche para ir a la Pola ara hacer recados.

En el otro lado de la moneda se sitúa María Palacio, que poco después del incidente todavía reconocía estar conmocionada por los sucedido. "Pensé que me mataba aquí mismo", relata desde el mostrador en el que se encontraba cuando el coche llegó incluso a empujarla a ella y al propio mueble algo más de un metro. Al mismo tiempo, celebra el hecho de que en ese momento no hubiese nadie en el local comercial. "Sin duda fue toda una suerte que no hubiese clientes, pues seguramente habrían corrido peor suerte", sostiene la mujer que dice conocer al conductor de vehículo "de vista", al ser ambos vecinos de la misma parroquia.

Los clientes del local, mientras tanto, descubrían con sorpresa los efectos de un suceso que por minutos les podría incluso haber costado la vida. "Me dijeron que habían empotrado un coche contra la tintorería, pero no tenía ni idea que era justo a la que tenía que ir yo minutos después", relataba el vecino de Carbayín José Luis Gómez que, como otros muchos asiduos al comercio poleso, celebró que el caprichoso destino no eligiese el día de ayer para cebarse con ellos.