El Matadero Central de Asturias, localizado en Noreña, ya forma parte del grupo empresarial Panero, dedicado a la distribución de alimentación. Las hermanas Cristina y Marta Sánchez, propietarias del grupo, pagaron ayer el poco más de un millón de euros que restaba por abonar para hacerse con el macelo, tras haber depositado tres semanas atrás una señal de 262.000 euros, un 20% del total que el grupo empresarial ha abonado por las instalaciones: 1.310.000 euros.

Las hermanas han articulado esta inversión a través de dos de las empresas del grupo: Casidiva, propiedad de Cristina Sánchez, y Serincar 92, propiedad de Marta Sánchez. Ambas, que aún tenían más de una semana del plazo marcado por el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Oviedo para depositar el dinero, firmaron también ayer la escritura del Matadero Central en la notaría de Pola de Siero, tras abonar las cantidades acordadas al Banco Santander, el Banco Sabadell y la Tesorería General de la Seguridad Social.

La inversión servirá primero para concentrar en unas mismas instalaciones la logística de todo el grupo, que en la actualidad se reparte en sendas instalaciones de Granda y El Berrón, y posteriormente para ampliar y diversificar sus actividades.

Esta vía de desarrollo pasaría por recuperar la función de macelo de las instalaciones noreñenses. En este sentido, las primeras previsiones de las empresarias sierenses pasaban por estudiar la reactivación de los canales de matanza cara al próximo año, pero en la jornada de ayer Marta y Cristina Sánchez revelaron que están trabajando en una vía que, de fructificar, podría suponer la reactivación del macelo para el próximo otoño, probablemente octubre.

Antes de que las hermanas Sánchez formalizasen la firma de la escritura del Matadero Central, el administrador concursal instó a los trece trabajadores que mantenían, desde julio de 2014, la asamblea permanente en el macelo, a que abandonasen las instalaciones. Los trabajadores atendieron a la petición sin que se produjese ningún enfrentamiento, y dieron por terminada la movilización.

"No quisimos seguir ahí siendo un problema. Nuestro objetivo siempre ha sido que se pudiera volver a abrir el Matadero Central, y para ello lo primero era tener una presencia ahí para evitar que se desmantelaran las instalaciones o que fuese víctima de asaltos. Creemos que eso se ha conseguido, y ahora toca esperar a ver cuáles son las intenciones de los nuevos propietarios", explicaba ayer Alberto González, portavoz de los trabajadores. González, además, señaló que él y sus compañeros están a expensas de volver a reunirse con representantes del grupo Panero para conocer, de primera mano, sus planes para el Matadero Central.

Su esperanza es que al menos una parte de los antiguos trabajadores del Matadero puedan entrar en la nueva estructura, una vez que se reactive la actividad de matanza y pese a que las nuevas propietarias no tienen ninguna obligación legal en este sentido.