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De México a Carbayín sobre dos ruedas

El ciclista Gerardo López pasará dos años en Siero entrenando con Gustavo Gutiérrez

Gerardo López Cobarrubias, con su entrenador, Gustavo Gutiérrez. Manuel Noval Moro

Gustavo Gutiérrez, entrenador de ciclismo nacido en Carbayín, recibió el año pasado una llamada de México. Allí le dijeron que Gerardo López Cobarrubias, promesa del ciclismo de aquel país, necesitaba un entrenador y que habían pensado en él. Le ofrecían viajar al otro lado del Atlántico para trabajar con el joven ciclista. Él no estaba por la labor de trasladarse a México y les dijo que había otra opción: que el joven viajase a Asturias. "Se lo dije casi en broma, pero se mostraron dispuestos a traerlo, y aquí está", explicó el propio entrenador.

El joven, procedente del estado de Zacatecas, pasó un mes en Asturias el año pasado. Se trataba de saber si se adaptaría a la vida de aquí. Lo hizo sin problema y en junio de este año ha regresado para quedarse a entrenar durante dos años. Este año cumple 16.

Quizá una de las razones más poderosas de esta buena adaptación esté en el lugar en el que se aloja: la casa de la abuela de su entrenador, Telvi Montequín, en Carbayín. Allí hace vida con la mujer y, según Gustavo Gutiérrez, se ha convertido "en uno más de la familia".

No puede decirse que su vida sea exactamente igual que la de cualquier chico de su edad. Dedica muchas horas a entrenarse, si bien su actividad no es constante ni rutinaria. "Los entrenamientos dependen mucho de la proximidad de las carreras; cuando acaba de correr una, trabaja para mantenerse, y cuando va a presentarse a otra, la prepara con más entrenamiento", explica su entrenador. En cualquier caso, no suele estar ningún día por encima de las cuatro horas pedaleando.

En estos dos años correrá en el equipo Basora Seguros, apoyado por numerosos patrocinadores tanto de México como de España, y con la gestión mecánica de Bicicletas Ablanedo, de Mieres.

El joven se está empezando a adaptar a la vida en Asturias, muy diferente de la de su tierra, y ya tiene sus primeros amigos. "Tengo un amigo en la Pola, al que veo bastante", dice, y también se ha adaptado muy bien a las costumbres gastronómicas, por muy diferentes que sean de las suyas. Le gusta la comida de la abuela, la típicamente asturiana, y tiene cierta predilección por la tortilla de patata.

A Gustavo Gutiérrez la afición le viene de familia. Su tío fue mecánico de Lance Armstrong y le contagió su amor por la bicicleta. Fue hace tres años cuando comenzó a competir en carreras y desde entonces su pasión por las dos ruedas no ha hecho más que crecer.

Ese parentesco, además, le ayudó a arraigar más su conexión con Asturias. No hace mucho visitó al ciclista retirado Chechu Rubiera, que militó en el US Postal con Armstrong y que conocía al tío de la joven promesa.

Gustavo Gutiérrez considera que el joven tiene una gran proyección. A pesar de su corta edad, ya ha demostrado que tiene facultades, y su entrenador espera que despunte en los próximos años. Por lo pronto, se ha convertido en un sierense de adopción y está muy contento con el modo en el que lo han recibido. Echa de menos a su gente, pero aquí, dice, lo tratan "muy bien".

Gustavo Gutiérrez le ha aportado no sólo sus conocimientos como entrenador, sino también un modo de ver la vida que implica a mucha gente. "Mis hermanos, mis padres, mi abuela, todos ayudan; sin ellos, no podría hacerlo", concluye.

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