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Solidaridad con manos de acero

El blimeín, y candasín de adopción, Arsenio Fernández, manco desde 1954, elabora unas prótesis para un madrileño que perdió sus miembros en 1991

El madrileño José Luis Magallares muestra sus muñones en su casa de Vallecas. FOTO CEDIDA POR J. L. MAGALLARES

El blimeín Arsenio Fernández perdió sus dos manos en 1954 mientras detonaba una carga de dinamita cuando tenía 20 años, pero se armó de valor para seguir adelante. Es más, fabricó él mismo las prótesis con las que, a día de hoy, se maneja a las mil maravillas. El madrileño José Luis Magallares sufrió un fatal accidente con explosivos cuando tenía 21 años, en 1991, y también perdió sus dos manos. Desde entonces ha vivido con dificultad pero siempre con esperanza, hasta que en la primera semana del pasado junio, a través de una simple búsqueda en "san Google" -como el vallecano llama al buscador de internet- vio la luz.

"Entré en el blog de un asturiano que tenía un problema como el mío, y con muchas coincidencias; es más, los dos conocimos a nuestras mujeres sin tener manos", relata Magallares, que tan pronto como pudo se puso en contacto con Fernández para relatarle su caso. El asturiano no dudó en ayudar a su "hermano" y estos días trabaja en su taller de Villar, en Sotrondio, confeccionando unas prótesis que enviará a Madrid. "Tengo vocación de trabajador y me veo en la necesidad de ayudar, eso me llena de satisfacción, máxime porque sé lo que pasó y está pasando este joven", expresa Fernández, sentado en el sofá de su casa en Candás.

Cuando José Luis conoció la historia de Arsenio se le abrió un nuevo mundo. "Es un inventor que se merece un monumento y me va a construir unas 'manos' para simplemente comer con dignidad o poder sostener un vaso de agua. Arsenio tiene la generosidad a prueba de bomba, nunca mejor dicho", destaca este hombre que, pese a las dificultades, no ha perdido la ironía.

Magallares explica que la prótesis que Fernández le está preparando "sin pedir nada a cambio" consiste en un gancho con rodamiento para el brazo izquierdo, como los suyos, y una prótesis "inventada por él" para intentar hacer pinza con un dedo.

El blimeín, y candasín de adopción, relata que, en el momento de su accidente, hace 61 años, había en España veintiún hombres sin manos, y todos ellos con unas "míseras" prótesis "que no servían más que para enchufar la cuchara y poder comer uno mismo. Para el resto de cosas, una inutilidad completa, por eso estábamos todos destrozados".

Es más, años después del accidente Fernández estuvo a punto de suicidarse, de tirarse al tren. Sin embargo, sus ganas de vivir y de no dar más preocupaciones a sus familiares le animaron para seguir adelante y seguir trabajando. Llegó a ser ganadero, soldador, fontanero y diseñador de maquinaria, y fundó una empresa de abonos químicos y de restauración de minas de cielo abierto y puertos de alta montaña. Todo ello con mucho esfuerzo.

Magallares también sufrió lo suyo, también se le pasó por la cabeza acabar con su vida. Pero su amor y respeto hacia los suyos le hicieron sobreponerse. "Valoro el caso de José Luis, nadie le ayudó, ni siquiera para informarle de las posibilidades que podía tener", comenta Arsenio Fernández, que lamenta que durante 25 años desde que Magallares sufrió el accidente no se haya podido incorporar al trabajo, "y por lo tanto estuvo condenado a vivir atormentado de tanto sufrir y con una pequeña pensión".

El madrileño se deshace en elogios hacia el asturiano. No puede evitar emocionarse y proclama a los cuatro vientos que nunca parará de agradecer lo que Fernández está haciendo por él, un militar que trabajaba como artificiero en un cuerpo de élite en el Ejército.

"Hay que confiar en los demás, hay que ayudarse y tirar para adelante, cuidar a las personas que te rodean como ellas cuidan a uno", cuenta Arsenio Fernández, momentos antes de trasladarse de nuevo a Sotrondio para seguir perfilando las prótesis del madrileño, que confecciona con sus propias "manos" de acero.

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