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De Aquí A Lima

Monstruos mezclados en el paisaje

El Carmín debe exhibir su condición de fiesta respetuosa, hospitalaria y plural, tras las agresiones sexuales que han empañado los Sanfermines

Asistentes a la romería del Carmín del año pasado. LUISMA MURIAS

La palabra "Pokémon" fue más buscada en Internet el fin de semana pasado que "porno". Lo anunció Google el lunes. El culpable de este hito de escasos precedentes es el nuevo juego de la factoría Nintendo: "Pokémon Go". A través de las cámaras de los teléfonos móviles vemos nuestro mundo real, pero por él corretean y se escabullen, gracias a la realidad aumentada, decenas de simpáticos y virtuales pokemons (apócope de pocket monsters o monstruos de bolsillo) a los que el jugador debe capturar.

El lanzamiento del juego está triturando todos los registros. En Estados Unidos salió al mercado el 6 de julio y dos días después la aplicación ya estaba instalada en el 5% de los móviles del país. El 60% de quienes se la descargaron se enganchó desde el principio y jugaba, de media, 43 minutos diarios. En apenas diez días su número global de usuarios se acerca al de Twitter y ya supera a WhatsApp en tiempo de uso.

Anteayer llegó -oficialmente- a España. Por la mañana ya era suficiente con teclear la "p" en el buscador de la tienda virtual de iOS o Android para que, por defecto, la primera aplicación sugerida fuese "Pokémon go". Antes incluso que Periscope, la app de moda, que ha generado 200 millones de retransmisiones en su primer año de vida.

Incluso la Fundación del Español Urgente, Fundéu, destinó el jueves su recomendación diaria sobre el uso correcto del castellano a la forma adecuada de escribir Pokémon: con mayúscula y tilde cuando se refiere al nombre del juego y sin ambas cosas para denominar a sus protagonistas.

Las nuevas tecnologías se han colocado definitivamente en el medio de las personas a la hora de relacionarse, pese a resistencias heroicas y aisladas como la de aquel hilarante y famoso cartel colgado en un bar rural del Occidente: "No tenemos wifi, hablen entre ustedes".

Quedan ya pocas expresiones sociales, colectivas o no, en las que la relación verbal cara a cara se imponga a la tecnológica; pero una, sin duda, son las concurridas fiestas que trae consigo el verano. No son zonas libres de móvil -que podrían-, pero en ellas aún triunfa la conversación cara a cara.

Pero en las muchedumbres, como nos recordaron los Sanfermines, también se esconden monstruos, y no son virtuales. Aunque afortunadamente algunos de esos engendros, al igual que en el juego, son capturados. Así, hay cinco encarcelados por agredir sexualmente a una chica de 19 años en Pamplona. Además grabaron su depravación con el móvil, una vez diluida cobardemente la sensación de responsabilidad entre el grupo.

Resulta espeluznante descubrir que en Europa se producen casi cuatro millones de agresiones sexuales al año, de las que un 5% son violaciones. Y de ellas, una de cada diez son múltiples. Es decir, cada año 20.000 mujeres europeas son violadas por varias personas al tiempo. Dos cada hora.

Con estas cifras y lo que ha sucedido en Pamplona aún hay que escuchar a la carcunda delirante insinuar, decir abiertamente o incluso escribir en medios de comunicación y redes sociales que es que a veces las chicas parece que lo van buscando. Dan arcadas. El problema es que no dejará de haber violaciones mientras haya gente que tenga y defienda esos pensamientos.

Mañana se celebra en la Pola la romería del Carmín, siempre ejemplo de acogida e integración; una fiesta, como la localidad que la organiza, respetuosa, abierta, plural y hospitalaria. La meteorología contribuirá a que sea una celebración de las más multitudinarias del verano en Asturias.

Y como ha sucedido toda la vida, del práu de La Sobatiella, de la diversión, del roce y de la sidra nacerán nuevas relaciones de pareja y reverdecerán otras; algunas serán fugaces y otras más duraderas. Y los únicos límites a esa explosión química, y en eso el Carmín tiene la oportunidad de dar ejemplo, han de ser el respeto mutuo, la libertad y la voluntariedad de las partes.

La violencia machista es la asignatura pendiente más importante de la sociedad actual, y por mucha contundencia que se ponga para castigarla una vez cometida, siempre será tarde y nunca se resolverá la raíz del problema. Ramón Gómez de la Serna proponía hace un siglo a los que iban a matar a su pareja y luego tenían intención de suicidarse invertir el orden y suicidarse primero, "y matarla después". La prevención, la implacabilidad judicial y la protección de la víctima ante el primer indicio (no solo físico, también psicológico) y, sobre todo, la educación, son las claves.

Como en "Pokémon Go", vemos cotidianamente cómo los monstruos se mezclan con nuestro paisaje. En ocasiones aparecen en Melilla y estrangulan a su ex pareja en presencia del bebé de ambos, o subliman su propia sexualidad a tiros contra los clientes de un club gay de Orlando, o alquilan un camión en Niza y arrollan y matan indiscriminadamente y por capricho a una multitud congregada para ver un espectáculo pirotécnico, o bañan de sangre Turquía para intentar hacerse con el poder por la fuerza.

En una viñeta de Forges hablaban un niño y su amiga. Él decía que de mayor quería ser pacifista. "¿Dónde se estudia eso?", preguntaba la niña. Él le respondía: "en casa". Ese es el mismo lugar en el que se estudian y se aprenden también la igualdad y el respeto.

Pero debemos abordar el debate sexual, en todas sus vertientes, sin tabúes ni eufemismos. Para afrontar verdaderamente sus problemas, nuestra sociedad tiene que desterrar el cinismo y llevar la luz hasta sus lugares más recónditos, oscuros y clandestinos. Porque casi pasa desapercibido, pero el "termómetro" del impacto de "Pokémon Go" es que durante dos días hubo una palabra más buscada en Internet que "porno".

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