Esta vez no se puede culpar a los jabalíes. Los campos de La Sobatiella amanecieron ayer anegados de basura. Vasos, botellas, cajas, ropa, litronas medio llenas, restos de empanada... en el prau que acogió en la tarde del lunes la romería del Carmín se podía encontrar casi de todo. Incluso dos sofás saludaron orgullosos el nuevo día en la pradera polesa.

Son los restos de la gran romería de Asturias, terreno abonado para los "buscadores de tesoros" que, año tras año, sortean la resaca para adelantarse a los equipos de limpieza y acudir a La Sobatiella en busca de comida o algún objeto de valor. Ninguno parecía interesado en los sofás.

La situación es especialmente dolorosa, además, por el interés de la Sociedad de Festejos por tratar de contener la suciedad asociada a la romería, lo que incluso había llevado a la entidad que preside Jenaro Soto a multiplicar los puntos de recogida de basura en el prau. Pero todo ese esfuerzo fue en vano y el incivismo se impuso.

Pese a esta imagen, que los servicios de limpieza contratados por la Sociedad de Festejos ya trabajan para borrar, los resultados tanto de la "romería de Asturias" como del conjunto de las fiestas del Carmín son, a decir de los polesos, más que satisfactorios. Durante todas las jornadas que duró la gran fiesta polesa, las calles bullían de gente, y la romería registró más de 50.000 visitantes pese a un intenso calor que, eso sí, varió un tanto las dinámicas habituales de los romeros.

"La gente salió del centro del prau buscando la sombra. El camino de Bergueres estaba poblado de grupos de jóvenes, y también otros terrenos del entorno de La Sobatiella", explica el concejal de Seguridad Ciudadana, César Díaz. Enrique Meoro, de Amigos del Roble, confirma esta afirmación: "La romería de este año marca un hito en cuanto a la temperatura. La gente buscaba la sombra donde podía. Pero en todo caso había muchas pandillas, creo que fue un éxito".

En lo referente al conjunto de la celebración, Meoro también pone una nota muy alta a la fiesta: "Creo que fue todo muy bien. Las actividades organizadas por Festejos funcionaron, y no hubo incidentes relevantes, lo que siempre es positivo. La única traba es el tema de la limpieza en el prau, pero eso no es responsabilidad de la organización. Es una cuestión de civismo", sostiene.

Más ventas que otros años

Entre la hostelería local, la valoración de la fiesta también es positiva. "Se vendió más que otros años, incluso en días que no era tan habitual. El sábado siempre suele haber gente, pero este año viernes por la noche funcionó muy bien, y también el domingo al mediodía. Y por lo que me dicen, la noche del lunes también hubo buenas ventas", explica Borja Alcázar, del restaurante Abrelatas.

"El tiempo ayudó mucho, pero también que se hiciesen cosas durante el día. Eso anima a la gente a salir", añade José Cuévano, de la taberna El Cuévano, que no duda en calificar el conjunto de las fiestas como "muy positivo".