Decenas de romeros ascendieron ayer por la subida de San Roque al ritmo de la campana, la gaita y el tambor. El Monte Fuxa acogió un año más la romería de San Roque, fiesta en honor a uno de los patronos de la capital carreñense, que regaló a sus fieles una agradable tarde de verano para disfrutar de "una de las mejores fiestas del verano" en la villa. Como marca la tradición, al coronar la subida los peregrinos hicieron repicar siete veces el badajo de la ermita, "para que el santo conceda a los vecinos todos sus deseos".

Dicen los mayores del lugar que esta costumbre viene "de hace muchísimos años", y que nació "para rogar que la peste no se contagiase entre los vecinos". Un hábito que ha cambiado, ya que ahora las peticiones pasan "por encontrar amor o un trabajo". A las 19 horas, el párroco José Manuel García ofició una misa, tras la que los asistentes, en grupos de amigos o familiares, disfrutaron de una merienda campestre "con unas vistas impresionantes".

"Es la segunda vez que vengo a tocar la campana. Pedí trabajo, a ver si me lo concede", confesó Manuel Ribeiro, que acudió a la cita con su hermana, Conchita Ribeiro y su amiga Carmen García. "Yo llevo 28 años viniendo, es una fiesta tradicional que no me pierdo", agregó la hermana.

La candasina Isabel Ribas también es una habitual a la romería. Si bien, asegura, las peticiones al santo "tienen sus límites", prefiere no desvelar el suyo "por si no se cumple". "Es una fiesta muy típica, en la que la gente viene a pasar la tarde, tomar unas sidras y comer costillas", explicó.

Sentada junto a su familia en el prao del monte, Ángela López, natural de Mieres aunque "veraneante en Candás de tercera generación", también hace suya la costumbre de redoblar la campana y disfrutar de una tarde de convivencia con los vecinos. "Hace al menos 30 años que mi familia viene aquí, y está genial para pasar el día. No nos podemos perder una de las grandes tradiciones candasinas", sentenció.