La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

"Frenar el botellón es imposible", lamentan las comisiones de festejos de Siero

"Prohibir no sirve, estamos hartos", dicen los organizadores, que en Pañeda se plantean una fiesta más modesta

"Frenar el botellón es imposible". Estas palabras de Juan Bautista Cima, de la comisión de festejos de El Carbayu, de Lugones, las suscriben todos los responsables de festejos de Siero. El de la Pola, Jenaro Soto, hacía recientemente un llamamiento a tomar medidas para frenarlo, porque está acabando con las fiestas, pero sus homólogos no ven una solución viable.

Adolfo Vega, presidente de la comisión de festejos de Collao, explica que ellos ponen guardas de seguridad para no dejar entrar en el prau a la gente que hace botellón, pero "en vez de venir al prau se van a la iglesia, y lo dejan todo hecho un desastre; ya que fuera solo beber, este año hasta entraron en la iglesia", dice. El presidente de la comisión de Valdesoto, Héctor Díaz, apunta por su parte que su comisión puso seguridad "para que no estropeasen el campo de la iglesia y el centro polivalente, pero la gente se quedó en medio de la carretera; prohibir no sirve para acabar con el botellón. Los echas de un sitio y se van a otro". Pero matiza: "En la venta yo no le echo toda la culpa al botellón. La gente va a pasar la noche, y si antes tomabas cinco cubatas hoy tomas uno, o una cerveza, y están los controles de tráfico, la gente tiene que coger el coche... se consume menos".

Mario Sánchez, directivo de la comisión de Argüelles, también cree que no hay remedio, "porque la gente a la que no dejes entrar se va a ir a otra parte. La generación de ahora trae la bolsa de casa y les da igual qué orquesta traigas. Es una moda contra la que no podemos luchar, estamos hartos. A esa gente que dejas fuera con el botellón no lo van a dejar a la puerta e ir a consumir a la barra. Les da igual. Y los hay con mucha cara, van a la barra y te piden un vaso con hielo".

El presidente de Santa Isabel de Lugones opina que "tomar medidas es complicado. Yo tampoco veo bien prohibir a la gente que traiga bebida y que lo consuma todo en la barra, porque hay gente que no trabaja o está en el paro y no se le puede pedir que gaste tanto dinero. Lo que hay que hacer es concienciar a la gente, decirles que no queremos que se dejen el dinero en la cantina pero tampoco que no dejen un duro. Que consuman algo".

Respecto a esto, Santiago Fernández, de la comisión de la Virgen de la Cabeza de Meres, cree que la concienciación "no funciona". "Nosotros pusimos carteles intentando concienciar, hablamos desde la orquesta, lo anunciamos por todas partes diciendo que el botellón acaba con las fiestas, pero no sirve de nada". Meres tiene desde hace dos años controladores para evitar que la gente entre con bebida, "pero lo que consigues así es que la gente se quede en el aparcamiento, y eso tiene la desventaja de que tienes una zona en la que se celebra la fiesta y después otra que queda igual de sucia o peor que el prau". Una excepción al aumento del botellón este año fueron las fiestas de El Carbayu, en Lugones. "Nos afectó más que nos afecta; por lo que sea, hay menos consumo de botellón y hay más acercamiento a la barra; no sé si sería algo ocasional o no, habría que verlo", comenta Juan Bautista Cima.

Y si hay una comisión que se ha visto afectada por el botellón es la de Pañeda. Su presidente, David Vega, asegura que el consumo "bajó de forma exagerada, el botellón acaba con las fiestas de prau", dijo. La comisión ha llegado a un punto que se está "planteando para el año que viene hacer la fiesta más modesta para los del pueblo, los socios y la gente que de verdad la aprecie", sentencia.

Compartir el artículo

stats