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Bastián Prendes pinta en la Pola

"No tengo ningún trabajo aquí, me hace ilusión", dice el artista ovetense, que regresa a la villa que le vio crecer y donde se descubrió su talento

Bastián Prendes pinta el mural de la calle Celleruelo de la Pola. MANUEL NOVAL MORO

Aunque el artista del grafiti Bastián Prendes se considera ovetense, porque lleva en la capital del Principado desde que tenía 12 años, lo cierto es que los años de su infancia los pasó en la Pola. Aunque el vínculo con la localidad nunca se perdió del todo, ahora ha tenido una ocasión perfecta para sellarlo definitivamente con un trabajo.

Una empresa de pintura de la villa lo ha contratado para hacer un mural de gran formato en la pared de su sede que da a la calle Celleruelo de la Pola. Bastián Prendes comenzó el domingo a pintar un mural que desarrolló ayer a lo largo de toda la jornada y que espera concluir a lo largo del día de hoy.

"Me hace ilusión, porque no tengo ningún trabajo hecho en la Pola, aunque sí en otros sitios como Lugones, El Berrón o Granda", dice el artista.

La empresa le ha contratado para el trabajo dándole la máxima libertad a partir de unas ideas que querían que expresara. Él ha jugado con el logotipo de la firma para idear un elefante de gran formato de cuya trompa salen pinturas de diversos colores. Además, en el mural aparecerán símbolos de diferentes culturas de todo el mundo.

"La idea es que la vida cambia cuando se le da color, que el color es vida", sostiene el pintor. El mural tiene una superficie de entre sesenta y setenta metros cuadrados.

"El formato, para este tipo de trabajos, debe ser grande, porque si no, no se va a apreciar; si haces algo más pequeño la gente pasará en coche por delante y no lo verá; de esta manera, llama la atención", explica.

Bastián Prendes inició su vocación artística en la Pola, donde le dio clase el pintor alcoyano afincado en la localidad Carlos Sempere, que desde un principio vio su talento; ya en Oviedo, comenzó a interesarse por el grafiti, que no tardó en convertirse para él en una pasión; y más tarde estudió en la Escuela de Arte de la ciudad.

Desde que comenzó a pintar las paredes de Oviedo ha estado trabajando por todas partes. Sus trabajos se han visto en el Reino Unido, Francia y Portugal, y por supuesto en Asturias.

Comenzó a pintar murales de forma profesional hace unos cinco años, por encargo de empresas o de particulares. Lleva ya unas trescientas obras, algunas de muy gran formato.

"Para poder vivir de ello tienes que trabajar mucho, porque la gente tiene limitaciones económicas, y pagan lo que pueden", dice, pero confiesa que está muy contento con su trabajo. Como en cualquier profesión, los principios no fueron fáciles, pero poco a poco, gracias a su prestigio, se ha ido asentando y consiguiendo cada vez más encargos.

"Es muy agradecido, porque estás trabajando en lo que te gusta; prefiero tirarme doce horas seguidas haciendo esto que seis haciendo un trabajo que no me guste", asegura.

Otra de las ventajas de esta profesión es la gran libertad que le da. "No dependes de nadie, es muy libre", dice, contento de hacer trabajos que le satisfacen.

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