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Noreña, con voz en la Casa Blanca

Cristina Escobar, con raíces en la Villa Condal, saltó a la fama en su país por ser la primera periodista cubana en 54 años en hacer una pregunta en Washington

Cristina Escobar, con su compañero en el estudio de la televisión cubana. ÁLVARO FUENTE

Con un criterio inquebrantable, de bagaje aún corto pero intenso, Cristina Escobar ha cubierto los principales hitos políticos y sociales de los últimos años en Cuba. Desde la transmisión en directo del histórico viaje del Papa Francisco hasta la cobertura este año del concierto de sus satánicas majestades, los Rolling Stones, o la noticia del fallecimiento de Fidel Castro el pasado 25 de noviembre.

Pero esta periodista caribeña con raíces familiares en Noreña, donde viven sus dos tías, es más conocida por ser la especialista que cubre el restablecimiento de relaciones entre Cuba y EEUU. De hecho, esta tenaz analista de temáticas internacionales se hizo popular por ser la primera periodista cubana que, después de 54 años, pudo realizar, el 21 de mayo del pasado año, una pregunta al portavoz de la Casa Blanca en uno de los famosos desayunos informativos en Washington.

"Estos temas eran cubiertos por personas de más edad y, sobre todo, hombres. De repente aparece una muchacha joven generando sorpresa y un poco de desconfianza", asegura. "Pero fue en Estados Unidos donde causó un auténtico choque: una mujer cubana, joven, preparada y bilingüe... algo muy raro para el estereotipo que ellos tenían de Cuba, ya que tienen una visión muy propagandística de la isla que ellos mismos se han creído", comenta Escobar.

"En Washington nos invitan al grupo de diez periodistas cubanos a una rueda de prensa en la Casa Blanca. Creo que nos permitieron ir porque íbamos a sorprendernos, a admirar el teatro que es uno de esos desayunos informativos, pero se equivocaron. Fuimos a hacer nuestro trabajo". Como era la que dominaba de forma más fluida en inglés fue la encargada de dar la cara y solicitar el turno de pregunta, "pero desde el principio nos dejaron de lado, como si no existiéramos", recuerda, "y es que el sistema de ese tipo de ruedas de prensa en la Casa Blanca es donde uno entiende el tipo de libertad de prensa que se habla allí, la libertad de prensa del más grande y poderoso". La periodista levantaba la mano mientras tomaba sus apuntes, tratando de llamar la atención de Josh Earnest, el portavoz de Obama, como una alumna con la lección bien aprendida, pero este le escurría la mirada. Fue gracias a un compañero norteamericano, Oliver Knox, que en su turno de pregunta quiso saber cuándo había sido la última vez que la Casa Blanca había otorgado la palabra a un periodista cubano. "Así fue como me dio la palabra para realizar una pregunta, que al final fueron seis, de las que básicamente eran sobre la apertura de las embajadas y si el presidente Obama tenía pensado visitar la isla. Las respuestas no fueron muy interesantes, pero ese día fuimos noticia, tuvo una gran repercusión y demostramos que los periodistas cubanos somos iguales que el resto y que en Cuba la gente estudia y sale bien preparada dispuestos a lidiar con los más grandes del mundo".

Pasos lentos

A punto de cumplirse dos años del inicio de la distensión entre Cuba y EE UU, poco ha pasado de lo que los cubanos esperaban. "En temas como el bloqueo estamos en un momento clave para pasar a un escenario de oportunidades y no de obstáculos, pero poco hemos avanzado. Obama ha aplicado algunas medidas muy epidérmicas para flexibilizar algunos aspectos del bloqueo, pero esencialmente sigue igual: continúa prohibido el uso del dólar por Cuba y siguen igual con la ocupación del territorio de la base de Guantánamo. A los efectos de los cubanos había expectativas en torno a las oportunidades de mejora económica que esto podía despertar, pero se ha visto poco, no ha habido más licencias. Obama no está utilizando todas sus prerrogativas presidenciales para cambiar la situación. Lo que sí hay más es la presencia de estadounidenses de alto nivel que visitan La Habana y se interesan por la situación de Cuba", reconoce la redactora.

Ahora, con la entrada del nuevo presidente estadounidense, Escobar se muestra cauta "De Donald Trump podemos adivinar poco. Ha cambiado su opinión sobre Cuba varias veces. Su ignorancia sobre las razones históricas de la política estadounidense hacia la isla caribeña le permitió afirmar que el bloqueo limitaba el comercio entre los dos países y que había de ser levantado. Lógico, un empresario como él estaría pensando en su Trump Tower en La Habana. Sin embargo, pocas semanas después tomó el curso del Partido Republicano y dijo que, aunque la política había que cambiarla, él hubiese logrado un mejor acuerdo, refiriéndose a que Obama cedió mucho, y Cuba no. Esto no es un intercambio de favores. Cuba ha sido afectada por una política de bloqueo que asfixia su economía hasta límites nunca vistos en otros casos en la historia. El que impone el bloqueo es Washington y no La Habana, por tanto, queda de su parte hacerlo. Y es bien sabido que el gobierno cubano no dialoga en términos de condicionamientos. En segundo lugar, porque aunque Trump quiera de un plumazo levantar el bloqueo, tendría frente a él quizás su propio bloqueo, ese que ha vivido Obama y que da muestras de la desarticulación y la inactividad de ese sistema político: el Congreso", afirma la periodista, que subraya que "de todos modos, hay preocupación entre el pueblo cubano por su política anti emigrante".

Cristina Escobar participa activamente, también, en el debate existente sobre los necesarios cambios en los medios de comunicación, ya sean cubanos o internacionales. "En nuestro caso no nos podemos seguir guiando por una retórica defensiva muy apegada a los años de la guerra fría, nuestra visión habría de ser más explicativa y profunda, más imparcial sobre la realidad de EEUU. Implicarnos en conocer su idioma, su sistema político o al menos conocerlo lo mejor posible". También apunta que "los medios internacionales hablan de lo que tiene que hacer Cuba, pero el bloqueo es una política unilateral, y es responsabilidad de EEUU levantarlo. Es un buen paso tener embajadas y restablecer las relaciones diplomáticas. Por lo menos hay un canal de diálogo. Y hay un reconocimiento. Eso supone un buen punto de partida, pero no es más que eso".

La joven periodista considera necesario un cambio en el lenguaje periodístico, una percepción política y social que echa de menos a nivel mundial cuando se habla de Cuba y, sobre todo, en la prensa española. "Faltan voces de izquierda en los grandes medios nacionales, y con el tema de Cuba muchas deudas pendientes. Aquí aún se escucha mucho a Miami, ni siquiera escuchan a los grandes medios de EE UU, que ya están cambiando su línea hacia un contenido sano e imparcial".

Visita a Noreña

Y ella sí conoce nuestro país. El pasado año participó en una gira de conferencias y encuentros con el título "Cuando Cuba pregunta en la Casa Blanca: retos para el periodismo cubano", gracias a la cual recorrió gran parte de la geografía española para hablar de la transformación del periodismo en la Cuba actual.

En una de las charlas recaló en Avilés y Gijón, invitada por la Asociación Hispano-Cubana Paz y Amistad, "ocasión que aproveché para visitar a mis dos tías que viven desde hace años en Noreña y a las que amo inmensamente. Me enamoró ese bello pueblo que además siempre quedará en mi memoria por el sentimiento que me encontré entre sus vecinos hacia Cuba. Y es que cualquiera que sea que tenga un sentido de admiración o afecto hacia mi país, participe en la solidaridad o no, me hace sentir en un lugar en el que soy bienvenida", reconoce, "¡y en Noreña más aún por tener una estatua a un puerco! Me encanta. En Cuba hay una canción que dice: "Un monumento le deben dar, el puerco, mamífero nacional". Y es que Cuba es el país más español y asturiano de toda América Latina, nos unen unos estrechos vínculos culturales, afectivos y familiares".

"Mi consejo para alguien que no haya visitado mi país es que no crea que puede llegar a conocerlo leyendo cuatro periódicos. Que venga a Cuba, que vivan la experiencia por sí mismos", concluye Cristina Escobar.

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