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En la sidra casera no hay que escatimar nunca en el corcho, y mejor microgranulado

"Es importantísimo usar un buen corcho", destaca Jaime García Roza, gerente de una distribuidora de tapones y corchos asentada en Granda (Siero). Agrega que es clave, "sobre todo, en la sidra de casa porque la industrial se corcha hoy y mañana se vende". Pero la que se suele elaborar en familia se consume bastante tiempo después de embotellar. Incluso, muchos mallan cada dos años, coincidiendo con el año de manzana. Por lo que tiene claro que los llagareros de casa "no deben escatimar nunca en el tapón", recalca García.

Aconseja que si la sidra va a estar más de seis meses embotellada, lo recomendable es optar por un corcho microgranulado "para evitar problemas de TCA", que es una bacteria contaminante que prolifera en ambientes húmedos, explica Jaime García. El empresario se decanta por este tipo de tapones porque cierra mejor la botella y se garantiza aún más el sellado.

A la hora de corchar, el distribuidor sierense recomienda no tumbar las botellas antes de que pasen doce horas después de poner el corcho "para dar tiempo a que éste recupere" y se ajuste bien. Otro consejo: "nunca almacenar la sidra con más de veinte grados de temperatura para que no salte el corcho", como ocurre en muchas ocasiones. Lo ideal es conservar la bebida en un ambiente que oscile entre los doce y los trece grados.

En Asturias, la industria sidrera es la que acapara la mayor parte de las ventas de corchos, pues supone el 90 % del total. El 10% restante es para el sector vinícola, bastante más escaso en la región.

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