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Una carpintera de raza

La naveta Marina González, hija y nieta de carpinteros, participará a principios de marzo en las Olimpiadas de Formación Profesional de su especialidad

Benjamín González Carbajal, Marina González, Benjamín González Canteli y Dora Iglesias, la madre de Marina, en el taller de carpintería que la familia tiene en Tresniñín, en el concejo de Nava. MANUEL NOVAL MORO

Marina González contaba apenas cuatro años cuando empezó a corretear por el taller de carpintería que su padre tiene en Tresniñín (Nava). Todo el tiempo que pasó bajo aquel techo parecer haber condicionado su dedicación futura. Ahora, a punto de cumplir los 18 años (será mayor de edad el 14 de febrero), Marina cursa el segundo curso de carpintería en La Laboral y ha sido seleccionada para participar en las Olimpiadas de Formación Profesional, el "Spainskills", que se celebrarán los días 1, 2 y 3 de marzo en Madrid. "A mi siempre me gustó esto; me gusta la madera y, sobre todo, la talla. La madera es muy agradecida", dice.

No es casualidad esta afición, ya que su abuelo, Benjamín González Carbajal, trabajó la madera durante muchos años y le enseñó a su nieta buena parte de sus habilidades en el arte de la talla, que no es sencillo ni mucho menos. "Yo me pasé tallando desde los 14 años hasta que fui a la mili", relató.

Y el eslabón de en medio, Benjamín González Canteli, es quien ha propiciado el relevo generacional. Animado por su padre, en 1992 invirtió todo el dinero que había cobrado del paro y montó su propia carpintería. "Empecé con muy poco, pero fueron los años del boom, y había mucho trabajo; me dio para comprar máquinas y también construí viviendas. Cuando estalló la burbuja, por suerte, no teníamos deudas y pudimos salir adelante".

Él quería que su hija estudiara una carrera, que fuera, por ejemplo, arquitecta, una profesión muy relacionada con su oficio, pero Marina estaba empeñada en seguir la senda que le había marcado su familia. "Yo tenía claro que quería seguir con esto, aunque sé que no voy a quedarme ahí; tengo previsto estudiar decoración", dice.

Pero, por el momento, tiene los cinco sentidos puestos en el concurso: dedica casi la jornada completa de su día a día a la carpintería. "Por la mañana voy a clase, de ocho y media a dos y media, como algo rápido y voy a entrenar de tres y media en adelante, unos días hasta las siete y otros hasta las ocho", explica. Su larga experiencia entre madera, pese a su corta edad, su pasión, su habilidad y su entrega la han convertido en la única mujer que competirá en la prueba.

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