El tanatorio de Siero fue ayer un ir y venir de gente. Eran los amigos, conocidos, allegados y vecinos de Jesús Ordóñez Fernández, que quisieron trasladar sus condolencias por la trágica muerte de este aficionado al automovilismo y a la fotografía, que se dedicaba profesionalmente a la construcción. Fue una larga espera para despedirlo en Siero, ya que falleció el 19 de enero, después de ser arrollado por el Hyundai i20 del piloto neozelandés Hayden Paddon, en el primer tramo del Rally de Montecarlo, prueba del Campeonato del Mundo, cuando estaba sacando fotos de la carrera. Fue trasladado en helicóptero al hospital de Niza, en el sur de Francia, donde falleció horas después al no poder superar el impacto.

Entonces se inició una investigación para determinar las circunstancias del accidente, y la repatriación del cuerpo también ha supuesto numerosos trámites, por lo que sus cenizas no llegaron hasta el jueves. Hubo que esperar 22 días entre el fallecimiento y las honras fúnebres.

Ayer se instaló la capilla ardiente en el tanatorio de Siero, en la Pola, y por la tarde se celebró el funeral, en San Miguel de la Barreda, donde residía, aunque era natural de Bimenes. De ahí que fueran muchos los yerbatos que también quisieron acompañar a la familia. Uno de ellos fue Marcelino Montes, de La Corredoria, que recordaba que en casa de su abuela, Belarmina, fue donde precisamente había nacido el difunto. Sólo tenía buenas palabras para recordarle, al igual que se las dedica al resto de sus parientes, de quienes destaca que son todos "muy trabajadores".

Carmina Canteli, de San Julián de Bimenes, también arropó a la familia en estos difíciles momentos, que se volvieron aún más duros por el tiempo que ha transcurrido hasta que han podido realizar las exequias. Comenta que conoce "a toda la familia". "Es una desgracia tan grande y más con el tiempo que tardaron en traerlo y lo que sufrieron...", apuntó poco antes de entrar al tanatorio de la Pola a dar el pésame.

Antonio Soto Pajares es de Carbayín (Siero) y también lamentó su prematuro fallecimiento, pues cree que la desgracia aún es mayor siendo "tan joven". Tenía 50 años. "Era un chaval majísimo", recuerda. Fidel Rodríguez es otro conocido de la familia y destacó que la muerte de Ordóñez es una "pena", por lo que ayer la consternación era general, a pesar de que ha pasado ya casi un mes, tiempo que ayuda, en parte, a asimilar la fatalidad acaecida.