La fiesta de Les Comadres es una institución en Pola de Siero. Pero podría dejar de serlo. Al menos en lo que a jolgorio nocturno se refiere. Y es que el sentimiento ayer en Pola era unánime. Les Comadres se han convertido en una fiesta extraña, que entra en ebullición a primera hora de la mañana en las panaderías, desaparece durante casi todo el día y vuelve a asomar la cabeza cuando el sol empiez aa ponerse. Pero el caso es que no se asoma tanto. La noche de Les Comadres no está, aseguran sus fieles, a la altura del día.

Y eso que es día laborable: los niños van a la escuela, la gente trabaja y, durante la mayor parte del tiempo, el ambiente festivo se limita a la salivación.

Los bollos son la verdadera seña de identidad de Les Comadres más allá de bailes, celebraciones y reuniones. Lo que sobrevive es el pan de manteca con chorizo, tan poleso. Hay acuerdos y discordancias en otras cuestiones, pero aquí todo el mundo está a lo mismo.

Por la noche, la cosa cambia. Los polesos no están por la labor de tirar por la fiesta de jueves. Hace tiempo que es el viernes de Comadrines el que manda, y parece que la cosa va a ir a más. Hay, eso sí, algunos resistentes, pero son pocos. Baste decir que Festejos organizó en la plaza una espicha gratuita para los socios, que son más de medio millar, y acudieron solamente unas cien personas.